Jesús y María: El dolor por la muerte. (Jn 11,28-38a)
11, 28. Dicho esto, se marchó y llamó a María, su hermana, diciéndole en secreto:
-El Maestro está ahí y te llama.
29. Ella, al oírlo, se levantó de prisa y se dirigió adonde estaba él.
30. Jesús no había entrado todavía en la aldea, estaba aún en el lugar adonde había ido Marta a encontrarlo.
31. Los judíos que estaban con María en la casa dándole el pésame, al ver que se había levantado deprisa y había salido, la siguieron, pensando que iba al sepulcro a llorar allí.
32. Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo se le echó a los pies, diciéndole:
- Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
33. Jesús entonces, al ver que lloraba ella y que lloraban los judíos que la acompañaban, se reprimió con una sacudida
34. y preguntó:
-¿Dónde lo habéis puesto?
Le contestaron:
-Ven a verlo, Señor.
35. A Jesús se le saltaron las lágrimas.
36. Los judíos comentaban:
-¡Mirad cuánto lo quería!
37. En cambio, algunos de ellos dijeron:
-¿Y éste, que le abrió los ojos al ciego, no podía hacer también que este otro no muriese?
38a. Jesús entonces, reprimiéndose de nuevo, se dirigió al sepulcro.
EXPLICACIÓN.
28-38a. El recado a María en voz baja (28) delata la hostilidad que reinaba contra Jesús en los ambientes judíos. El Maestro, de cuyos labios va a oír María lo mismo que Marta. María, que representa a la comunidad apenada por la muerte, reconoce la llamada de Jesús (10,3s) (29-30). Los visitantes interpretan su salida como un nuevo impulso de dolor, como si el sepulcro la llamase (31); lo único que conciben es el llanto. Sin esperárselo, van a encontrarse con Jesús.
El dolor de María es más expresivo que el de Marta (32: se le echó a los pies). Palabras casi idénticas a las de su hermana; nuevo reproche implícito. La repetición subraya no ser misión de Jesús preservar a los suyos de la muerte natural. Jesús no le responde; el dolor de esta muerte no puede encontrar más consuelo que la vida misma.
María y los visitantes lloran desconsolados, por la inevitabilidad y definitividad de una muerte sin esperanza. Jesús se reprime; no quiere participar en esta clase de dolor. Diferencia entre el dolor desesperanzado de María, igual al de los judíos que no creen en Jesús, y el dolor sereno de Jesús mismo (35). Comentarios (36-37). Jesús va al sepulcro (38a) para manifestar la gloria/amor de Dios, que salva al hombre de una muerte irreparable.
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