lunes, 31 de agosto de 2009

El Hombre-Hijo de Dios: La verdadera realeza.

El Hombre-Hijo de Dios: La verdadera realeza.
(Jn 19,4-8)

19, 4. Salió otra vez fuera Pilato y les dijo:
- Mirad, os lo traigo fuera para que sepáis que no encuentro ningún cargo contra él.
5. Salió entonces fuera Jesús, llevando la corona de espino y el manto de color púrpura. Y les dijo:
-Mirad al hombre.
6. Pero apenas lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, empezaron a dar gritos:
-¡Crucifícalo, crucifícalo!
Les contestó Pilato:
-Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro cargo contra él.
7. Le replicaron los dirigentes judíos:
-Nosotros tenemos una Ley, y, según esa Ley, debe morir, porque se ha hecho hijo de Dios.
8. Cuando Pilato oyó decir aquello, sintió más miedo.

EXPLICACIÓN.

4-8. Pilato anuncia la salida de Jesús (4); va a sacarlo (os lo traigo) fuera, al ámbito judío, para mostrar a los dirigentes que no hay razón para condenarlo. Jesús, burlado en su pretensión real, no puede inspirar temor alguno. No hay acusación posible.
Pero Jesús sale por propia iniciativa (Salió) (5). Llevando los atributos reales de la burla, se presenta a los que detentan el poder de su nación. Les muestra la calidad de su mesianismo; el Mesías consagrado por Dios (10,24-36) es aquel que rechaza el poder, pero se dispone a dar su vida para que ellos no perezcan (11,50s; 18,14).
El sujeto que habla (les dijo) puede ser Pilato o Jesús. Ambigüedad pretendida; según la lógica de la narración, sería Pilato; pero, en realidad es Jesús mismo quien se proclama el Hombre, la realización del proyecto de Dios. Por primera vez en la historia está apareciendo lo que es y significa ser hombre. El Hombre es el rey (corona y manto), porque a eso está destinado por Dios; es el Mesías que Dios envía a la humanidad (9,35). No hay dignidad superior a ésta. Los soldados, al despojar a Jesús de la falsa dignidad real, propia del mundo, han dejado al descubierto su verdadera realeza.
Los jefes religiosos y sus subordinados (18,3) (6a), identificados con sus dueños y asociados a su injusticia; los oprimidos que aceptan la opresión y se hacen a su vez opresores. El pueblo está ausente de toda la secuencia. Queda patente el verdadero motivo de la hostilidad a Jesús: no es el peligro de su pretensión de realeza, deshecha con la burla de los soldados, es el odio “al Hombre”. Los opresores no pueden soportar al que, con su verdad, derriba la mentira de su sistema. Con el poder y su Ley, han querido impedir que exista el hombre; ahora lo tienen delante en toda su grandeza y su vista los ofende. Gritan porque no tienen armas contra esa verdad.
Por segunda vez (cf. 18,31) expresa Pilato su deseo de que ellos se encarguen de Jesús (6b). Él sigue considerándolo inocente. Uno tras otro, sus intentos de compromiso son rechazados por la jerarquía sacerdotal. Los judíos (7), los dirigentes y partidarios de la institución judía. La Ley de Moisés prohibía matar (18,31); la de ellos los lleva a dar la muerte (cf. 7,19). Su ley es enemiga de Dios, pues se opone a la realización de su proyecto; prohíbe ser hijo de Dios (1,12) y, con ello, ser hombre. Es la ley del odio (15,25). La Ley, absolutizada y hecha instrumento del poder, condena a muerte a quien pretende realizar el proyecto creador.
El miedo de Pilato se había mostrado en su actuación vacilante y en su falta de decisión para dar la libertad a Jesús, al que reconoce inocente. Temía a los dirigentes judíos, pero ahora se pregunta si no ha de temer también a Jesús (8). En la narración, el poder judío con su saña y Pilato con su cobardía, se van envileciendo; en el centro se va descubriendo la fuerza de Jesús, que se mantiene fiel a sí mismo y a su misión.


SÍNTESIS.

La verdadera realeza es sinónimo de riqueza y libertad. “El rey” es “el Hombre”, el que posee la plenitud humana; su riqueza no son cosas, sino su propia persona, su vida y amor sin tasa; su plena libertad lo hace dueño de ella y le permite entregarla para comunicar amor y vida. La Ley, como instrumento de opresión, se opone a que el hombre llegue a realizarse; lo somete, privándolo de la libertad y le impide así disponer de la propia vida para darla.

La burla del rey.

La burla del rey.
(Jn 19,1-3)

19, 1. Entonces tomo Pilato a Jesús y lo mandó azotar.
2. A continuación, los soldados trenzaron una corona de espino y se la pusieron en la cabeza, lo vistieron con un manto color púrpura
3. y, acercándose a él, le decían:
-¡Salud, rey de los judíos!
Y le daban bofetadas.

EXPLICACIÓN.

1-3. Jn no señala la entrada de Pilato (en 19,4 vuelve a salir), porque la escena de la burla del rey se dirige en primer lugar a los judíos que están fuera. Se usaba azotar (1) al que iba a ser crucificado, pero aún no se ha dado esa sentencia. Jn dispone los acontecimientos para desarrollar gradualmente el sentido de la misión y muerte de Jesús.
Los soldados, agentes de la violencia del poder (2). Parodian una proclamación imperial. Corona, manto de púrpura y saludo real (3); todos los emblemas de la realeza figuran en la escena para ser objeto de burla. Los soldados ven en Jesús un pretendiente al trono. Expresan con sus acciones todo el desprecio que les merece el título “rey de los judíos”. Paso a paso destruyen toda ilusión sobre la monarquía davídica, ideal mesiánico del pueblo. La despojan de toda grandeza, ridiculizan todos los atributos regios.
Jesús no protesta; la acción de los soldados es la suya propia; por medio de ellos va subrayando la insensatez de la concepción mesiánica común. Él, que ha afirmado claramente su realeza, va permitiendo la negación de todo lo que podía comportar el poder y esplendor. Ahora podrá manifestarse la verdadera grandeza que hace al hombre rey, la del amor que llega hasta dar la vida.

La opción por la violencia: Barrabás.

La opción por la violencia: Barrabás.
(Jn 18, 38b-40)

18, 38b. Dicho esto, salió de nuevo adonde estaban las autoridades judías y les dijo:
- Yo no encuentro ningún cargo contra él.
39. Pero tenéis por costumbre que os suelte a uno por Pascua, ¿queréis que os suelte al rey de los judíos?
40. Esta vez empezaron a dar gritos:
- A ése, no; a Barrabás.
Y Barrabás era un bandido.


EXPLICACIÓN.

38b-40. Pilato sale sin esperar una respuesta (Dicho esto) (38b). Deja su terreno para encontrarse de nuevo con los que quieren la muerte de Jesús. Como juez, declara a Jesús inocente. Los dirigentes habían condenado a Jesús por considerar que su actividad podría ocasionar la destrucción del templo y de la nación por parte de los romanos (11,48). El gobernador romano les asegura que no ve peligro en Jesús, quitando todo fundamento a aquella sentencia. Pero el móvil real de la hostilidad contra Jesús no era el peligro romano, sino el propio interés (11,50: “os conviene”).
La Pascua fue en su origen la fiesta de la liberación de Egipto. Soltar un preso (39) recordaba la antigua liberación y simbolizaba su permanencia. A pesar de su veredicto de inocencia, Pilato no se atreve a poner en libertad a Jesús. Cede a la presión de los dirigentes judíos; para no ofenderlos, propone una solución de compromiso. La propuesta provoca la protesta clamorosa de las autoridades (40). No quieren la libertad de Jesús a ningún precio. Ellos tienen sus propuestas: al dador de vida prefieren el violento y homicida (bandido, denominación que se aplicaba a los zelotas).


SÍNTESIS.

La figura de Barrabás, el bandido, simboliza la violencia; los dirigentes la ejercen sobre el pueblo mediante sus instituciones. La actividad de Jesús pone en peligro su poder. Él no usa la fuerza, pero da vida al hombre. El sistema opresor ve en esto su propia ruina; eligiendo a Barrabás, deja la vía libre a su propia violencia.

La realeza de Jesús.

La realeza de Jesús.
(Jn 18,33-38a)

18. 33. Entró de nuevo Pilato en la residencia, llamó a Jesús y le dijo:
-¿Tú eres el rey de los judíos?
34. Contestó Jesús:
-¿Dices tú eso como cosa tuya o te lo han dicho otros de mí?
35. Replicó Pilato:
-¿Acaso soy yo judío? Tu propia nación y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?
36. Contestó Jesús:
-La realeza mía no pertenece al orden este. Si mi realeza perteneciera al orden este, mis propios guardias habrían luchado para impedir que me entregaran a las autoridades judías. Ahora que mi realeza no es de aquí.
37. Le preguntó entonces Pilato:
-Luego ¿tú eres rey?
Contestó Jesús:
-Tú lo estás diciendo, yo soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio en favor de la verdad. Todo el que pertenece a la verdad escucha mi voz.
38a Le dice Pilato:
-¿Qué es eso de “verdad”?


EXPLICACIÓN.

33-38a Pilato entra en su residencia, donde se encuentra al abrigo de la presión judía (33). Jesús ha sido detenido como “el Nazareno” (18,5.7), es decir, como el pretendiente al trono de David. Pilato quiere informarse de primera mano. El pagano no dice “el rey de Israel” (1,49; 12,13), sino el rey de los judíos, de la nación; implicación mesiánica (¿Tú eres?). Jesús quiere que Pilato razone su postura, que examine si está siendo manipulado y considere su responsabilidad como juez (34).
Pilato no quiere reconocer la presión de los judíos y niega que la cuestión le afecte personalmente (35). Rechaza toda responsabilidad; son otros los acusadores, los jefes religiosos y, detrás, el pueblo que no ha sabido optar por Jesús y en contra de sus autoridades opresoras (12,34). Los títulos de Jesús no interesan a Pilato, pero si su actividad (¿Qué has hecho?), que puede suponer una amenaza para el poder que representa.
Jesús no responde directamente a la segunda pregunta de Pilato, sino a la primera: “¿Tú eres el rey de los judíos?” (36). Afirma claramente su calidad de Rey, pero niega todo parecido con los reyes que Pilato conoce. Al descartar la realeza que se apoya en la fuerza queda patente que no pretende ocupar el trono y que no es un rival del emperador. Él practica el servicio a los hombres y rechaza el poder. Los reyes del mundo imponen su dominio. Para Jesús, la violencia pertenece a la esfera de la injusticia. Él se ha entregado voluntariamente y ha cortado en seco la violencia de Pedro (18,11). Ha probado no ser rey como los otros.
Extrañeza de Pilato (37) y nueva afirmación de Jesús. Explica su función como rey: no dominar, sino dar testimonio de la verdad; con estas palabras condensa el significado de su vida y actividad. Jesús comunica vida (Espíritu) y la experiencia de esa vida es la verdad sobre Dios/el Padre, que se manifiesta como amor sin límite, y sobre el hombre, llamado a ser hijo de Dios. Su muerte en cruz, máxima expresión de amor, resumirá y hará culminar todo su testimonio. Los que están a favor de la vida/verdad, de la plenitud humana, responden a su llamada. Pilato se desentiende (38a). Al constatar que Jesús no pretende el poder, no lo considera peligroso y no se preocupa más. Es hombre de poder, pertenece “al orden este”, no a la verdad, y no puede escuchar la voz de Jesús. No sabe lo que es la verdad porque no conoce la vida.

SÍNTESIS.

El poder/dominio y el uso de la violencia pertenecen al orden injusto, enemigo de Dios y del hombre. Para realizar su obra, la nueva humanidad y la sociedad alternativa, Jesús no se apoya en la fuerza, sino en el deseo y la experiencia de vida; los que lo sigan, lo harán libremente.

domingo, 30 de agosto de 2009

I. EL REY DE LOS JUDÍOS. La entraga a Pilato: El malhechor.

I. EL REY DE LOS JUDÍOS.
(18,28-19,22)

La entrega a Pilato: El malhechor.
(Jn 18, 28-32)

18, 28. Condujeron entonces a Jesús de casa de Caifás a la residencia del gobernador. Era por la mañana temprano. Ellos, sin embargo, no entraron en la residencia del gobernador, para no contaminarse y poder celebrar la comida de Pascua.
29. Salió Pilato fuera, adonde estaban ellos, y les preguntó:
-¿Qué acusación presentáis contra este hombre?
30. Le contestaron:
-Si éste no fuese un malhechor, no te lo habríamos entregado.
31. Les dijo entonces Pilato:
- Lleváoslo vosotros y juzgadlo conforme a vuestra ley.
Le dijeron entonces las autoridades judías:
- A nosotros no nos está permitido matar a nadie.
32. Así tendría cumplimiento el dicho de Jesús, cuando indicaba con qué clase de muerte iba a morir.

EXPLICACIÓN.

No se narra lo sucedido en casa de Caifás. Ahora quieren que la causa de Jesús pase a la jurisdicción del poder invasor y pagano (28). Comienza el día decisivo (19,14: centro del día, 19,42: su fin): es el “sexto día” (12,1), el de la creación del hombre. Los opresores del pueblo ponen cuidado en observar las prescripciones legales (no contaminarse).
Primer movimiento de Pilato (29); salir es ya una concesión: el poder romano se pliega en cierto modo al judío. Sabe muy bien quién es Jesús, puesto que el batallón ha participado en la captura (18,3); pide, sin embargo, una acusación formal.
Toman a mal que Pilato les exija una acusación definida (30). Debería fiarse de ellos; pretenden que ratifique su decisión (11,53). Malhechor: para la institución, dar fuerza y libertad al hombre es un crimen. Pilato no acepta la propuesta (31). Comienza el forcejeo entre los dos poderes. Al remitirlos a su Ley, Pilato, sin saberlo, los está acusando. Su Ley no permitía juzgar a un hombre sin primero escucharlo (7,51). La respuesta de los dirigentes pretende forzar a Pilato a intervenir. Doble sentido de la frase: a) no tienen la facultad de condenar a muerte (cf. 19,11); b) alusión al quinto mandamiento: “No matarás”; van a cometer un homicidio por mano ajena, bajo apariencias legales.
Se hace posible la predicción de Jesús, morir levantado en alto (2,14; 8,28; 12,32s) (32), muerte que será al mismo tiempo su exaltación.

Negaciones de Pedro y testimonio de Jesús.

Negaciones de Pedro y testimonio de Jesús.
(Jn 18,15-27)


18, 15. Seguía a Jesús Simón Pedro y, además, otro discípulo. El discípulo aquél le era conocido al sumo sacerdote y entró junto a Jesús en el atrio del sumo sacerdote.
16. Pedro, en cambio, se quedó junto a la puerta, fuera.
Salió entonces el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote; se lo dijo a la portera y condujo a Pedro dentro.
17. Le dice entonces a Pedro la sirvienta que hacía de portera:
-¿Acaso eres también tú discípulo de ese hombre?
Dijo él:
-No lo soy.
18. Se habían quedado allí los siervos y los guardias, que, como hacía frío, tenían encendidas unas brasas, y se calentaban. (Estaba también Pedro con ellos, allí parado y calentándose.)
19. Entonces, el sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina.
20. Jesús le contestó:
-Yo he venido hablando públicamente a todo el mundo; yo siempre he enseñado en reuniones y en el templo, donde todos los judíos acuden, y no he dicho nada a ocultas.
21. ¿Por qué me preguntas a mí? Pregúntales a los que me estuvieron escuchando de qué les he hablado. Ahí los tienes, ésos saben lo que he dicho.
22. Apenas dijo esto, uno de los guardias presentes dio una bofetada a Jesús, diciendo:
-¿Así le contestas al sumo sacerdote?
23. Le replicó Jesús:
-Si he faltado en el hablar, declara en qué está la falta; pero, si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?
24. Entonces Anás lo mandó atado a Caifás, el sumo sacerdote.
25.Estaba, pues, Simón Pedro allí parado y calentándose. Le dijeron entonces:
-¿Acaso eres también tú discípulo suyo?
Él lo negó:
-No lo soy.
26. Le dijo uno de los siervos del sumo sacerdote, pariente del otro a quien Pedro cortó la oreja:
-¿No te he visto yo en el huerto con él?
27. De nuevo negó Pedro, y en seguida cantó un gallo.


EXPLICACIÓN.

15-27. Pedro no hace caso del aviso que le había dado Jesús (13,36); no está preparado para seguirlo. Otro discípulo, innominado, pero asociado a Pedro, como en 13,23; 20,2.4; 21,7.20-22; es el predilecto de Jesús, el modelo de discípulo. (15). Era conocido como discípulo por el sumo sacerdote, aludiendo al dicho de Jesús en 13,35: “En esto conocerán todos que sois discípulos míos, etc.”. El que experimentaba el amor de Jesús (13,23: “el discípulo predilecto”) responde a ese amor aceptando el riesgo de seguir a Jesús hasta el fin (entró con Jesús).
Contraste con Pedro (16). El otro va a ofrecerle la oportunidad de declararse discípulo y seguir a Jesús en su entrega. Pedro no entra espontáneamente, se deja conducir (cf. 1,42). No lleva el distintivo del discípulo (13,35), hay que preguntarle si lo es (17), y tiene que definirse. Jesús ha defraudado su expectación mesiánica; ya no se siente vinculado a él. Al romper con Jesús, Pedro se encuentra mezclado con sus enemigos (18); no habiendo alcanzado la libertad, está entre los siervos; frío, símbolo de muerte.
Contraste con lo que ocurre en el patio. El sumo sacerdote (19), el poder supremo, quiere saber quiénes apoyan a Jesús, su influjo (sus discípulos) y qué doctrina propone. Jesús no responde a la pregunta sobre sus discípulos, no quiere comprometer a nadie; en cuanto a la doctrina, no tiene nada secreto que revelar (20); los mismos partidarios del sistema (los judíos) lo han escuchado. SI el sumo sacerdote busca información, puede obtenerla de primera mano. No admite la condición de súbdito; el jefe supremo le pide una información, y él se niega a darla; quieren tratarlo como a un reo, pero él no les reconoce autoridad. Su libertad lo sitúa por encima de todo poder.
La reacción del siervo (22) se debe a la supuesta ofensa a su señor; se identifica con él; carece de identidad propia, se define por su dependencia. Esperaba una obsequiosidad sin condiciones ante el jefe. Jesús no responde a la violencia con la violencia; le pide que analice sus palabras sin prejuicios (23); lo llama a la razón, haciéndole comprender su irracionalidad; lo invita a fijarse en la realidad de los hechos, fundamento del juicio personal y de la libertad. No hay respuesta de Anás, que no ha podido manipular a Jesús, el hombre libre (24).
Pedro no se ha movido del lugar donde estaba (25). Segunda negación, ahora pública. Mientras Jesús afrontaba la situación con pleno dominio de sí, Pedro está atenazado por el miedo, entre los enemigos de Jesús. Ante el recuerdo de su gesto en el huerto, (26-27), se acobarda aún más, no se atreve a enfrentarse con la autoridad. Aquel gesto significaba su ruptura con la institución; ahora no se atreve a mantenerla.

SÍNTESIS.

Contraste entre la actitud de Jesús y la de Pedro; como trasfondo, la del otro discípulo, el verdadero seguidor. Jesús, manifestando su libertad, se enfrenta con el poder hostil, sin retractarse de su actividad anterior ni de su enseñanza. Pedro, por miedo, reniega de su condición de discípulo. Había dado su adhesión, más que a Jesús, a su propio ideal de un Mesías de poder.

TERCERA SECCIÓN: ENTREGA, MUERTE Y SEPULTURA DE JESÚS. LA MANIFESTACIÓN DE LA GLORIA. Introducción: Entrega de Jesús y opción de Pedro.

TERCERA SECCIÓN.
ENTREGA, MUERTE Y SEPULTURA DE JESÚS.
LA MANIFESTACIÓN DE LA GLORIA.
(Jn 18,1-19,42)


Introducción: Entrega de Jesús y opción de Pedro.
Entrega de Jesús a la violencia del mundo.
(Jn 18,1-14)


18, 1. Dicho esto, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto; allí entró él y sus discípulos.
2. (También Judas, el que lo entregaba, conocía el lugar, porque muchas veces se había reunido allí Jesús con sus discípulos.)
3. Entonces Judas cogió el batallón y guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos y llegó allí con faroles, antorchas y armas.
4. Jesús, entonces, consciente de todo lo que se le venía encima, salió y les dijo:
-¿A quién buscáis?
5. Le contestaron:
- A Jesús el Nazareno.
Les dijo:
-Soy yo.
(También Judas, el que lo entregaba, estaba presente con ellos.)
6. Al decirles. “Soy yo”, se echaron atrás y cayeron a tierra.
7. Les preguntó de nuevo:
-¿A quién buscáis?
Ellos dijeron:
- A Jesús el Nazareno.
8. Replicó Jesús:
-Os he dicho que soy yo; pues si me buscáis a mí, dejad que se marchen éstos.
9. Así se cumplieron las palabras que había dicho: “De los que me entregaste, no he perdido a ninguno”.
10. Entonces, Simón Pedro, que llevaba un machete, lo sacó, agredió al siervo del sumo sacerdote y le cortó el lóbulo de la oreja derecha. El siervo se llamaba Malco.
11. Jesús le dijo a Pedro:
- Mete el machete en su funda. El trago que me ha mandado beber el Padre, ¿voy a dejar de beberlo?
12. Entonces, el batallón, el comandante y los guardias de las autoridades judías prendieron a Jesús, lo ataron
13. y lo condujeron primero a presencia de Anás, porque era suegro de Caifás, que era sumo sacerdote el año aquel.
14. Era Caifás el que había persuadido a los dirigentes judíos de que convenía que un solo hombre muriese por el pueblo.


EXPLICACIÓN.

1-14. Dicho esto enlaza la Pasión con el discurso de la cena, en particular con la oración de Jesús (cap. 17). Primera mención de un huerto (1), lugar de vida y fecundidad: será también un huerto el lugar donde lo crucifiquen y lo sepulten (19,41s). La muerte va a situarse en el ámbito de la vida. Lugar habitual de reunión para Jesús y los suyos (2); la comunidad de Jesús se encuentra en la esfera de la vida.
Se hace resaltar el número de las fuerzas que intervienen en el prendimiento (3): peligro que representa Jesús para “el mundo”, intensidad de la violencia de éste y magnitud del odio (7,7; 15,18-25). Acuden todos los componentes de la oposición a Jesús. Judas hace de jefe, es figura “del jefe del orden este” (14,30), representa a los círculos de poder. Faroles y antorchas, caminan en la tiniebla; llevan armas, instrumentos de muerte. Se identifican tinieblas y muerte. Quieren extinguir la luz/vida (1,5).
Jesús sale (4); los que llegan no entran en el huerto, lugar de la vida. No se dirige a Judas, sino al grupo entero. El Nazareno/Nazoreo (5) señala al descendiente de David (alusión a Is 11,1; Jr 23,5; 33,15; Zac 3,8 y 6,12; “el Germen”). Soy yo, se identifica como Mesías (1,20; 6,20). Última mención del traidor; queda alineado con los enemigos de Jesús. Echarse atrás (6), lenguaje simbólico para significar derrota (Sal 27,2; 35,4; 56, 10; 70,13); caer a tierra, derrota total. La entrega de Jesús vence al mundo (14,30; 16,33). No intenta escapar (7). Pone a salvo a sus amigos, por quienes va a dar la vida (15,15) (8-9).
Pedro no ha comprendido la alternativa de Jesús ni su designio (1,42; 13,8) (10), que no consiste en triunfar dando muerte, sino en entregarse para comunicar vida. Está dispuesto a arriesgar la suya para mostrar su amor a Jesús (13,37), pero quiere impedir que Jesús le manifieste el suyo. No ha superado la tentación de hacerlo rey (6,15; 12,13) y no acepta su muerte (12,34). El siervo, determinado, representante calificado; le cortó el lóbulo, etc, figura para indicar la destitución del sumo sacerdote (cf. Éx 29,20; Lv 8,23), máxima autoridad religioso-política. Malco, en aram. “rey”, el poder político en manos de la jerarquía sacerdotal.
Jesús detiene a Pedro (11). La aceptación de la muerte entra en el designio del Padre: presentar, ante el odio y la violencia, la alternativa del amor. El Padre no ha destinado a Jesús a la muerte; su misión era dar testimonio de su amor a los hombres. Pero en el mundo de la tiniebla opresora la muerte violencia era inevitable y ella va a manifestar hasta el máximo la maldad del mundo y el amor de Dios. Jesús no busca el dolor, pero lo acepta cuando es consecuencia ineludible del testimonio del amor y la denuncia de la opresión. No responde al odio con el odio ni combate la violencia con la violencia, para no imitar, aun a costa de la vida, la maldad del sistema opresor. Muestra así que Dios es puro amor y ajeno a toda violencia.
Insiste Jn en la complicidad de todos los poderes, civiles y religiosos (12). En el momento decisivo, todos descubren su verdadero rostro; son los enemigos del hombre y de la vida. Lo ataron, cf. Is 3,9-10. Anás (13) había sido sumo sacerdote en los años 6-15, y sus cinco hijos lo fueron después de él. Conocido por su ambición, riqueza y codicia. Es el personaje más importante del tiempo, el verdadero poder, detrás de los que ejercen la función en cada momento (Caifás, el año aquel); representa “al Enemigo” (8,44), del que Caifás es instrumento. Quieren ejecutar el acuerdo el Consejo (11,53) (14).


SÍNTESIS.

Dios o Jesús no necesitan en este mundo defensores ni protectores. Pretender defenderlos es arrogancia. Usar la fuerza o utilizar la violencia con ese pretexto significa atribuirles la misma injusticia del sistema y destruir toda alternativa. Lo único válido es repetir el gesto de Jesús, entregar la vida por amor al hombre.

miércoles, 26 de agosto de 2009

LA ORACIÓN DE JESÚS.

III. LA ORACIÓN DE JESÚS.
(17,1-26)

17, 1. Así habló Jesús y, levantando los ojos al cielo, dijo:
- Padre, ha llegado la hora; manifiesta la gloria de tu Hijo, para que el Hijo manifieste la tuya:
2. ya que le has dado esa capacidad para con todo hombre, que les dé a ellos vida definitiva, a todo lo que le has entregado;
3. y ésta es la vida definitiva, que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, conociendo a tu enviado, Jesús Mesías.
4. Yo he manifestado tu gloria en la tierra dando remate a la obra que me encargaste realizar;
5. ahora, Padre, manifiesta tú mi gloria a tu lado, la gloria que tenía antes que el mundo existiera en tu presencia.
6. He manifestado tu persona a los hombres que me entregaste sacándolos del mundo; tuyos eran, a mí me los entregaste y vienen cumpliendo tu mensaje.
7. Ahora ya conocen que todo lo que me has dado procede de ti;
8. porque las exigencias que tú me entregaste se las he entregado a ellos y ellos las han aceptado, y así han conocido de veras que de ti procedo y han creído que tú me enviaste.
9. Yo te ruego por ellos; no te ruego por el mundo, sino por los que me has entregado, porque son tuyos
10. (como todo lo mío es tuyo, también lo tuyo es mío); en ellos dejo manifiesta mi gloria
11. y no voy a estar más en el mundo; mientras ellos van a estar en el mundo, yo me voy contigo.
Padre santo, guárdalos unidos a tu persona – eso que me has entregado -, para que sean uno como lo somos nosotros.
12. Mientras estaba con ellos, yo los guardaba unidos a tu persona – eso que me has entregado -, y los protegí; ninguno de ellos se perdió, excepto el que iba a la perdición, y así se cumple aquel pasaje.
13. Pero ahora me voy contigo, y habló así en medio del mundo para que estén colmados de mi propia alegría.
14. Yo les he entregado tu mensaje, y el mundo les ha cobrado odio porque no pertenecen al mundo, como tampoco yo pertenezco al mundo;
15. no te ruego que los saques del mundo, sino que los guardes del Perverso.
16. No pertenecen al mundo, como tampoco yo pertenezco al mundo.
17. Conságralos con la verdad, verdad que es tu mensaje.
18. Igual que a mí me enviaste al mundo, también yo los he enviado a ellos al mundo
19. y por ellos me consagro yo mismo, para que también ellos estén consagrados con verdad.
20. Pero no te ruego solamente por éstos, sino también por los que a través de su mensaje me den su adhesión:
21. que sean todos uno –como tú, Padre, estás identificado conmigo y yo contigo-, para que también ellos lo estén con nosotros, y así el mundo crea que tú me enviaste.
22. Yo, por mi parte, la gloria que tú me has dado se la he dado a ellos, para que sean uno como nosotros somos uno
23 – yo identificado con ellos y tú conmigo-, para que queden realizados alcanzando la unidad, y así conozca el mundo que tú me enviaste y que les has demostrado a ellos tu amor como me lo has demostrado a mí.
24. Padre, quiero que también ellos –eso que me has entregado- estén conmigo donde yo estoy, para que contemplen mi propia gloria, la que tú me has dado, porque me has amado antes que existiera el mundo.
25. Padre justo, el mundo no te ha reconocido; yo, en cambio, te he reconocido, y éstos han reconocido que tú me enviaste.
26. Ya les he dado a conocer tu persona, pero aún se la daré a conocer, para que ese amor con el que tú me has amado esté en ellos y así esté yo identificado con ellos.


EXPLICACIÓN.

1-26. I. Prefacio de la oración (1-5). Sin usar verbos que signifiquen ruego, Jesús pide al Padre que su muerte manifieste su propia gloria/amor y el del Padre por la comunicación del Espíritu a los que creen (cf. 13,31s). Esa obra será el tema central de la eucaristía en las comunidades posteriores.
Padre (1) es el apelativo de Dios que muestra la relación que el que lo pronuncia tiene con él, y caracteriza a Dios como el que por amor comunica su propia vida. Ha llegado la hora anunciada en Caná (2,4) y que había provocado la crisis de Jesús (12,27). Sabe que ella significa su victoria (16,33). Vuelve a pedir al Padre que se realice el acontecimiento salvador, la manifestación de su gloria/amor (12,27): manifestando su amor, quiere dar a conocer el Padre a los hombres. El Padre manifestará su gloria dando vida/Espíritu por medio de Jesús.
De Jesús depende la realización de la obra creadora de Dios. Él tiene la capacidad de hacer que el hombre nazca de Dios (1,13), dándole así vida definitiva y la capacidad de hacerse hijo (1,12). Lo que le has entregado (6,37.39; 10,29), expresión neutra, en relación con el que sean uno (22). El Padre ha entregado a Jesús el grupo de los que responden a la llamada de la vida; son los que escuchan y aprenden del Padre (6,45).
El conocimiento del Padre solamente se obtiene conociendo a Jesús Mesías (3). Pero este conocimiento es relacional, no meramente intelectual. Sólo puede conocer a Dios como Padre quien respecto a él es hijo; la vida definitiva implica, pues, ser hijo del Padre. Sólo puede conocer a Jesús como Mesías el que experimenta la liberación y salvación que él trae (14,20). Una y otra experiencia se identifica con la del Espíritu. El Padre es el único Dios verdadero; el dios que establece con el hombre una relación señor-siervo es falso.
Jesús da remate a la obra del Padre (4) en primer lugar en sí mismo (19,30) y, por la comunicación del Espíritu/vida definitiva (19,30.34; 20,22), en los que le han dado su adhesión.
Pide que su muerte manifieste el amor solidario del Padre y suyo al hombre (5), que sea la prueba indiscutible de que su propia obra y amor son los del Padre. A tu lado indica el carácter definitivo de esta manifestación; la acogida del Padre será el final del itinerario de Jesús (13,3; 16,10) y manifestará permanentemente la gloria del Hijo. Jesús realiza el proyecto divino sobre el hombre. Este proyecto, anterior a la creación, era el Hombre-Dios (1,1), lleno de la gloria del Padre (1,14), el Hijo único, Dios (1,18). Pide ahora al Padre que el proyecto llegue a su realización perfecta con la demostración plena de su capacidad de amar y de comunicar vida.
II. Oración de Jesús por la comunidad presente (6-19). Presupone la fe y la praxis de la comunidad por obra de la actividad de Jesús (6-8). Jesús es la manifestación del Padre (6); lo que la comunidad contempla en él es la gloria del Padre que lo llena (1,14) y que es su propia gloria (2,11). El Padre, actuando a través de Jesús, se manifestará a los hombres (9,3). Ver a Jesús es ver al Padre (12,45; 14,9). La llamada del Padre hace romper con el mundo, el sistema de injusticia y muerte, y asociarse al éxodo de Jesús (8,12). Los discípulos van cumpliendo el mensaje del Padre, que es el de Jesús (14,24).
El punto central de 7-8 es las exigencias… las han aceptado. Hay una decisión de la voluntad que precede al conocimiento y es condición para él. Repite Jesús un principio enunciado dos veces en el templo (7,17; 8,31). No hay conocimiento sin previa decisión de la voluntad; no se sale de la duda sin comprometerse con el bien del hombre. El pasaje está también en relación con 3,33s: al aceptar las exigencias y llevarlas a la práctica, los discípulos experimentan la acción del Espíritu en ellos; esto los convence de la misión divina de Jesús y de que lo que tiene procede del Padre. La certeza de la fe no se basa, por tanto, en un testimonio externo, sino en la experiencia de vida (el Espíritu) que comunica la práctica del mensaje de Jesús, creando la comunión con él. Esta fe descubre el origen divino de su persona y misión (que de ti procedo… que tú me enviaste).
Considera Jesús la circunstancia en que pronuncia esta oración por los suyos; es la de su marcha con el Padre (9-11a). En las necesidades concretas, la comunidad pide en unión con Jesús (16,16). Ahora, sin embargo (9), el ruego de Jesús no se refiere a necesidades particulares, sino al futuro de su comunidad en medio del mundo. Esta oración precede a la existencia de su comunidad y la funda.
Jesús no ruega por el mundo, el orden injusto. Respecto a él, sólo puede pedirse que se destruya y desaparezca. Subraya Jesús su incompatibilidad con el sistema de opresión y de muerte. Los discípulos son del Padre y de Jesús (10); son miembros de la misma familia, viven en el hogar del Padre (14,2s). El distintivo del grupo cristiano es que en él brilla la gloria/amor de Jesús (13,35); perpetúa así su presencia entre los hombres. El grupo va a quedar en medio del mundo, ambiente hostil y seductor al mismo tiempo, sin el soporte de su presencia física (11).
Petición de Jesús por los suyos (11b-19). El apelativo Padre santo (11) prepara la petición final de esta oración: conságralos/santifícalos con la verdad. La unión con el Padre se realiza por la comunicación de su Espíritu (14,16), que, al crear la relación de amor con el Padre, lo hace presente y mantiene en el ámbito de su presencia. El objetivo último es la unidad (cf. 21-23; 14,20), efecto de la comunidad de Espíritu. Como entre Jesús y el Padre, se trata de la unidad que produce el amor.
Hasta ahora, constituyendo el grupo y viviendo con él, Jesús lo ha mantenido unido al Padre (12), presente en él. En adelante, la situación cambia: la experiencia del Padre ha de ser interior. Así llegarán a su estado adulto. Un discípulo, Judas, no ha respondido, ni siquiera en el último momento (13,26), el amor de Jesús; éste se refiere al pasaje de Sal 41,10, citado en 13,18.
El tema de la alegría (13) ha aparecido en el discurso, significando la que producen el fruto y la experiencia del amor de Jesús y del Padre (15,11). Aquí es la de saberse queridos por el Padre, que los hará objeto de su solicitud (cf. 15,1).
El Padre había entregado los discípulos a Jesús, sacándolos del mundo (6). Jesús les ha transmitido el mensaje del Padre (14), que es el del amor, haciendo efectiva su separación. Al cumplir el mensaje (6), los discípulos se han situado fuera de la esfera del mundo, y esto suscita odio, como ha sucedido con Jesús (15,18-25). La ruptura con el mundo no comporta, sin embargo, un alejamiento material (15). Han de permanecer en medio de la sociedad, pues en ella han de crear la alternativa, pero sin ceder a las amenazas o halagos del sistema perverso. El Perverso es “el Enemigo” (8,44; 13,2), “Satanás” (13,27), el dios-dinero, principio inspirador (8,44: “padre”) del sistema de poder e injusticia. Ceder a la ambición y al deseo de provecho personal llevaría a los discípulos a ser cómplices de la opresión; la comunidad se habría pasado a las filas del “mundo”. Nada peor podría sucederle que ostentar por un lado el nombre de Jesús y por otro asociarse a la injusticia, en connivencia con los poderes que dieron muerte a Jesús.
Jesús menciona de nuevo la ruptura de los discípulos, que corresponde a la suya propia; introduce así la petición siguiente, punto culminante de esta oración. La verdad toma el lugar de la unción ritual; consagrar/santificar está en relación con el Espíritu Santo/santificador (14,26; cf. 1,33; 20,22) y con el Padre (11), del que procede el Espíritu (15,26); el Espíritu Santo es al mismo tiempo el Espíritu de la verdad; Jesús enuncia en este pasaje la relación entre “consagración” y “verdad”. El Espíritu es la vida-amor del Padre y el principio de vida (3,6); al ser comunicado al hombre, produce una nueva experiencia de vida-amor que, en cuanto percibida y formulada, es la verdad (8,31s). Consagrar con la verdad significa, por tanto, comunicar el Espíritu. El Padre consagró a Jesús para su misión (10,36); Jesús le pide que consagre a los discípulos (unción mesiánica) de manera semejante a la suya. La verdad se formula en el mensaje del amor y la vida, que equivale al mandamiento (Sal 119,142) (13,34). Equivalencias: gloria, amor, Espíritu. El Espíritu da la experiencia del amor del Padre; esta experiencia, conocida, es verdad; proclamada, el mensaje; como norma de vida, el mandamiento; traducida en la entrega, la “gloria” o resplandor visible del amor, que manifiesta a Dios en medio del mundo.
La misión de los discípulos (18) tiene el mismo fundamento que la de Jesús, la consagración con el Espíritu, y las mismas consecuencias, la persecución por parte de la sociedad hostil (15,18-25; 16,1-4a). Jesús estaba ya consagrado por Dios para su misión (10,36): sin embargo, afirma que se consagra él mismo por los discípulos (19), aludiendo a su muerte. La consagración con el Espíritu no es pasiva, exige la colaboración. Por parte de Dios consiste en capacitar para la misión que él confía, comunicando el Espíritu; por parte del que la recibe, en comprometerse a responder hasta el fin a ese dinamismo de amor y entrega. Un don no llega a ser tal hasta que no es aceptado; la muerte de Jesús, mostrando la aceptación del don hasta lo último, le dará su realidad plena y definitiva. Su muerte, que permitirá la efusión del Espíritu, hará posible la consagración de los discípulos.
III. Oración por la comunidad del futuro (20-23). Jesús ensancha el horizonte de su comunidad a épocas sucesivas (20). Está seguro de que su obra continuará. El llamado mensaje del Padre (6.7) y mensaje de Jesús (14,23), lo es también de los discípulos. No es para ellos una doctrina aprendida ni han de proponerlo como algo a lo que están obligados; no se puede proponer el amor si no se vive; se comunica como experiencia y convicción propia. El mensaje produce la adhesión a Jesús, punto de referencia para todos los tiempos. El mensaje no es una teoría sobre el amor, sino la formulación de la vida y muerte de Jesús.
La petición de Jesús es la unidad (21), expresión y prueba del amor, distintivo de la comunidad; su modelo es la unidad que existe entre Jesús y el Padre, y es condición para la unión con ellos. Quienes no aman no pueden tener verdadero contacto con el Padre y Jesús. Se establece así la comunidad de Dios con los hombres; su presencia e irradiación desde la comunidad, a través de las obras que revelan su amor (9,4), será la prueba convincente de la misión divina de Jesús. No se convence con palabras, sino con hechos.
La gloria/amor del Padre (el Espíritu) que Jesús ha recibido (1,14) constituye al Hijo (1,32.34) uno con el Padre (10,30). La comunicación de la gloria (22) a los discípulos realiza en ellos la condición de hijos; la comunidad de Espíritu produce la unidad entre ellos y con Jesús y el Padre. La comunidad es el nuevo santuario. La realización plena del designio de Dios (23) depende de la existencia de la unidad, fruto del amor incondicional. Éste es el testimonio válido ante los hombres. Equivalencia entre gloria y amor del Padre. Los discípulos manifestarán a un Dios que es don de sí generoso y total (“Padre”).
IV. Conclusión (24-26). El término quiero (24) muestra la libertad del Hijo (13,3): su designio es el mismo del Padre. Estar con él (14,3) denota la condición de hijos. Contemplar su gloria equivale a experimentar su amor (1,14) y responder a él (1,16). Jesús ha realizado el proyecto de Dios (1,1; 17,5), que el Padre había concebido como expresión total de su amor, y cuya realización en Jesús preveía desde el principio.
Expone al Padre la diferencia entre el mundo que lo rechaza y él y los suyos (25), para que el Padre justo los honre (12,26). Resume Jesús el contenido de su oración (26). Alude a su actividad pasada (vv. 4.6) y afirma su propósito para el futuro (vv.1.5): manifestar el ser el Padre dando la vida. La cruz será la revelación plena y definitiva de la persona el Padre, manifestando todo el alcance de su amor.
Conocer al Padre a través de Jesús es la vida definitiva (v.3). Quiere que los discípulos sean iguales a él, que gocen del mismo amor del Padre que él ha gozado, para que su unión con ellos sea total.

SÍNTESIS.

El acontecimiento salvador es la muerte de Jesús, en la que el Hombre queda terminado (19,30) al actualizar plenamente su capacidad de amar, y que revela lo que es Dios mismo: amor total y gratuito al hombre (Padre).
Desde su plenitud, Jesús el Hombre-Dios, igual y uno con el Padre, puede comunicar la vida/amor que posee. El efecto de esa comunicación será doble: la unidad de los que participan de él, y su entrega a la difusión de ese amor/vida en el resto de la humanidad.
El amor produce en los hombres una calidad de vida que puede llamarse definitiva, pues no está sujeta a muerte. Esa vida se identifica con la condición de hijos de Dios, que nace de la experiencia del amor de Dios como Padre al experimentar en la propia persona la acción salvadora de Jesús.
El amor, que es don de sí, establece la relación interpersonal, que no se crea dando “cosas”, sino dándose uno mismo. En cualquier donación se ofrece la propia persona. De hecho, el bien del hombre no está en poseer “algo” sino a “alguien”, en poseer a Dios y a los demás. Pero esta posesión no se adquiere por conquista o compra, se recibe como don gratuito. Cada uno regala su vida a los otros, como el Padre, que es Espíritu/vida (4,24), da su Espíritu a Jesús (1,32), y Jesús se entrega y da su Espíritu a los hombres (10,11; 19,30). Cada uno es dueño de su vida, su máxima riqueza, para entregarla; de esa manera, todos tienen en común la riqueza de todos (17,10).
Se ve así el sentido del “servicio”. Es el don personal de todos a todos. No basta un servicio “objetivo” al hombre, sino uno que en lo objetivo lleve dentro el ofrecimiento de la persona. La existencia de la comunidad una es al mismo tiempo el origen y el término de la misión.

Colofón: La victoria sobre el mundo.

Colofón. La victoria sobre el mundo.
(Jn 16,33)

16, 33. Os voy a decir esto para que, unidos a mí, tengáis paz: en medio del mundo tendréis apreturas; pero, ánimo, que yo he vencido al mundo.


EXPLICACIÓN.

16,33. Este versículo termina el desarrollo sobre la persecución, comenzado en 15,18. Jesús quiere tranquilizar a los suyos (cf. 14,1.27). La paz que les deseaba como despedida (14,27) debe ser una realidad en ellos gracias a la unión con él. Esta paz está cercada por la presión del orden injusto en medio del cual se encuentran (12,25; 13,1). La persecución es inevitable (tendréis apreturas), pero no es señal de derrota; cada vez que el mundo cree vencer, confirma su fracaso.

El amor del Padre.

El amor del Padre.
(Jn 16,23b-32)

16 23b. Sí, os lo aseguro: Si le pedís algo al Padre en unión conmigo, os lo dará.
24. Hasta el presente no habéis pedido nada en unión conmigo; pedid y recibiréis, así estaréis colmados de alegría.
25. Hasta aquí os he hablado en comparaciones. Se acerca la hora en que ya no os hablaré en comparaciones, sino que os informaré sobre el Padre claramente.
26. Ese día pediréis en unión conmigo; y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros,
27. porque el Padre mismo os quiere, ya que vosotros me queréis de verdad y creéis firmemente que yo salí de Dios.
28. Salí del Padre y he venido al mundo; ahora dejo el mundo y voy con el Padre.
29. Sus discípulos le dijeron:
- Ahora sí que hablas claro, sin usar comparaciones.
30. Ahora sabemos que lo sabes todo y que no necesitas que nadie te haga preguntas. Por eso creemos que procedes de Dios.
31. Jesús le replicó:
- ¿Qué ahora creéis?
32. Mirad, se acerca la hora, y ya está aquí, de que os disperséis cada uno por vuestro lado y a mí me dejéis solo; aunque yo no estoy solo, porque el Padre está conmigo.

EXPLICACIÓN.

23b-32. Declaración solemne (23b): Los discípulos tienen pleno acceso al Padre, cuya paternidad los abraza a ellos. El acceso existe en unión con Jesús. No es Jesús un mediador que distancie del Padre; al contrario, lleva a los discípulos hasta él. Subraya la eficacia de la petición (os lo dará). Al poner como única condición que sea hecha en unión con él, su objeto ha de estar incluido en el ámbito de la obra de Jesús (10,10: yo he venido para que tengan vida y les rebose). Todo lo que contribuye a la vida individual o comunitaria, o a la comunicación de vida a otros, puede ser objeto de petición.
Exhorta a pedir con la seguridad de recibir (24). La experiencia del Padre asequible y generoso llena de alegría. Se refiere a la hora de su vuelta (25). Su información sobre el Padre no serán explicaciones de palabra, sino la que procura la experiencia del Espíritu. Éste hará superflua toda comparación, el conocimiento del Padre les será connatural.
No existe un Dios severo y un Jesús mediador (27: el Padre mismo os quiere), sino un Dios Padre que ama a los hombres y que hace presente su amor en Jesús. El amor del Padre a los discípulos tiene por fundamento la adhesión de éstos a Jesús, su cariño a él como amigos y su fe en su procedencia. Como Jesús (15,15), también el Padre quiere a los discípulos como a amigos (querer, no “amar”). Ni uno ni otro dominan al hombre; están a su favor y se ponen a su servicio (6,11: 13,4ss).
Los discípulos se figuran entender ya del todo (cf. 25) (29). Interpretan mal las palabras de Jesús (30). Creen que ha contestado a su pregunta no formulada (16,19) y se admiran de su saber; por eso creen que procede de Dios. Su fe no se apoya en el único argumento que Jesús ha dado: sus obras (5,36; 10,38; 14,11), sino en una pretendida ciencia que le atribuyen.
Jesús se muestra escéptico (31). La fe verdadera tiene por objeto a Jesús en la cruz (19,35) como manifestación suprema del amor de Dios (3,16) y su fuerza salvadora (3,14s). Jesús los conoce mejor que ellos mismos (32). La inadecuación de su fe se va a mostrar cuando se enfrenten con la realidad de la muerte de Jesús. Evoca la imagen del rebaño disperso: ante su detención y muerte, que van a destruir toda esperanza de triunfo terreno, todos desertarán.


SÍNTESIS.

En medio de las dificultades futuras, experimentarán el amor y la ayuda del Padre, que está presente en la comunidad como amigo, lo mismo que para cada miembro es compañero de vida (14,23).
La adhesión a Jesús es incompleta mientras no se acepte su muerte, abandonando toda esperanza de triunfo terreno. Al comprender que la victoria consiste en superar el odio con el amor encuentra la fe su verdadero fundamento.

Ausencia y presencia de Jesús.

Ausencia y presencia de Jesús
(Jn 16,16-23a)

16, 16. – Dentro de poco dejaréis de verme, pero un poco más tarde me veréis aparecer.
17. Comentaron entonces algunos de sus discípulos:
- ¿Qué significa eso que nos dice: “Dentro de poco dejaréis de verme, pero un poco más tarde me veréis aparecer”?, ¿y eso de: “Me marcho con el Padre”?
18. Y se preguntaban:
- ¿Qué significa ese “Dentro de poco”? No sabemos de qué habla.
19. Notó Jesús que querían preguntarle, y les dijo:
-¿Estáis discutiendo porque he dicho: “Dentro de poco dejaréis de verme, pero un poco más tarde me veréis aparecer”?
20. Pues sí, os aseguro que vosotros lloraréis y os lamentaréis; el mundo, en cambio, se alegrará. Vosotros os entristeceréis, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.
21. Cuando la mujer va a dar a luz se siente triste, porque le ha llegado su hora; pero, cuando nace el niño, ya no se acuerda del apuro, por la alegría de que ha nacido un hombre para el mundo.
22. Así, también vosotros ahora sentís tristeza, pero cuando aparezca entre vosotros os alegraréis, y vuestra alegría no os la quitará nadie.
23a. Ese día no tendréis que preguntarme nada.

EXPLICACIÓN.

16-23a Jesús recoge la frase de 14,19 (16). La comunidad, sujeta a las vicisitudes de la historia y, ocasionalmente, a la persecución, experimentará momentos de cercanía y de lejanía de Jesús, de los que serán prototipo la ausencia causada por su muerte y su presencia vuelto a la vida. Cada grupo tendrá momentos difíciles, en los que le parezca quedar desamparado; pero, a cada prueba exterior sucederá, sin mucho intervalo, una nueva presencia de Jesús. El ciclo de Jesús (muerte-resurrección) se convierte en ciclo de la comunidad.
El comentario de algunos discípulos (17) revela que no han comprendido lo que significa la ausencia de Jesús. Se subraya mucho su desconcierto, porque la frase se repite cuatro veces (16.17.18.19). Siguen pensando, como Tomás (14,5), que la muerte es el final de todo. La insistencia en el Dentro de poco (18) y la imagen sucesiva de la mujer que da a luz colocan las palabras de Jesús sobre el trasfondo de Is 26,14-21.
Jesús repite la frase textualmente (19), como para inculcarla bien a los suyos. Para describir el dolor de los discípulos y la violencia de la prueba usa Jesús los dos verbos clásicos para expresar el luto por un muerto (20: lloraréis y os lamentaréis). Contraste con el mundo, cuya alegría refleja la satisfacción por su aparente victoria. Inmediatamente, sin embargo, anuncia el cambio de situación (vuestra tristeza se convertirá en alegría), gracias a su nueva presencia (16).
La mujer, determinada (21), es tipo de la humanidad, como la embarazada de Is 26,17 es imagen del pueblo y en Is 66,8 es la ciudad de Sión la que da a luz a sus hijos. Se alude al nacimiento de una nueva humanidad; también a Is 26,14ss: “Como la embarazada, cuando le llega el parto, etc.”, que usa la imagen en relación con una resurrección de muertos. En boca de Jesús no sólo señala su propia resurrección, sino también la que el hombre experimenta al salir de la opresión, que es muerte (5,21). La imagen del parto se sitúa en la misma doble perspectiva: la muerte-resurrección de Jesús y la tristeza-alegría de los suyos. La persecución y muerte son prenda de alegría y vida. La imagen del parto precisa en qué consiste el fruto (15,2): es el hombre nuevo, el que posee la vida definitiva. Nace como fruto de un desgarro, expresado en términos de muerte o dolor. Jesús va a dar su vida para crear el hombre nuevo; también los sufrimientos de los suyos, perseguidos por el orden injusto, son dolores de parto de la nueva humanidad.
Aplica Jesús claramente el tema de la tristeza-alegría a los acontecimientos de su muerte-resurrección (22). Los pone así en paralelo con la imagen que había usado: su muerte representa los dolores de parto; su resurrección, el nacimiento del Hombre. La condición de Jesús resucitado no deja, por tanto, de ser humana; es la plenitud de existencia que Dios ha destinado al hombre.
Una vez que los discípulos hayan visto el triunfo de la vida sobre la muerte, la alegría será permanente. El gozo de la comunidad estriba en la presencia de Jesús resucitado, signo de la vida invencible. Cuando llegue aquel día, comprenderán (23a). La experiencia del Espíritu responderá a todas las preguntas.

SÍNTESIS.

En el discurso de Jesús aparecen dos planos superpuestos en relación con el tema muerte-fecundidad. En primer lugar, se refiere a su propia muerte, que producirá tristeza, pero no duradera; su fruto será el nacimiento del hombre nuevo a su estado definitivo. En segundo lugar, lo que sucede con Jesús es ley para todos. La comunidad tiene que ser fecunda y, por tanto, conocerá sus momentos de dolor/muerte, tanto a nivel individual como de grupo. Así seguirá naciendo el Hombre. No se interrumpe, sin embargo, la alegría, que nace de la presencia de Jesús y del fruto que nace.

El Espíritu en la lucha contra el mundo.

El Espíritu en la lucha contra el mundo.
(Jn 15,26-16,15)

15, 26. Cuando llegue el valedor que voy a mandaros recibiéndolo del Padre, el Espíritu de la verdad que procede del Padre, él dará testimonio en mi favor.
27. Pero también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo.
16, 1. Os voy a decir esto para que no os vengáis abajo:
2. Os excluirán de la sinagoga; es más, se acerca la hora en que todo el que os dé muerte se figure que ofrece culto a Dios.
3. Y obrarán así porque no han conocido al Padre ni tampoco a mí.
4. Sin embargo, os dejo dicho esto para que, cuando llegue la hora de ellos, os acordéis de que yo os había prevenido.
No os lo dije desde el principio porque estaba con vosotros.
5. Ahora, en cambio, me marcho con el que me envió pero ninguno de vosotros me pregunta adónde me marcho.
6. Eso sí, lo que os he dicho os ha llenado de tristeza.
7. Sin embargo, es verdad lo que os digo: os conviene que yo me vaya, pues si no me voy, el valedor no vendrá con vosotros. En cambio, si me voy, os lo enviaré.
8. Cuando llegue él, le echará en cara al mundo que tiene pecado, que llevo razón y que se ha dado sentencia.
9. Primero, que tiene pecado, y la prueba es que se niegan a darme su adhesión;
10. luego, que llego razón, y la prueba es que me marcho con el Padre y dejaréis de verme;
11. por último, que se ha dado sentencia, y la prueba es que el jefe del orden este ya está condenado.
12. Mucho me queda por deciros, pero no podéis con ello por el momento.
13. Cuando llegue él, el Espíritu de la verdad, os irá guiando en la verdad toda, porque no hablará por su cuenta, sino que os comunicará cada cosa que le digan y os interpretará lo que vaya viniendo.
14. Él manifestará mi gloria, porque, para daros la interpretación, tomará de lo mío.
15. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso he dicho que toma de lo mío para daros la interpretación.


EXPLICACIÓN.

15,26-16,15. Antes ha prometido Jesús a los discípulos la permanencia en ellos del Espíritu de la verdad (14,17); ahora les anuncia la actividad del Espíritu en la misión (26); dará testimonio a favor de Jesús, condenado por el mundo. Dará ese testimonio dentro de la comunidad, asegurándola de la verdad de su mensaje y actuación. Se trata del testimonio profético, que confirma la experiencia interior y consolida la ruptura con el mundo. El testimonio ha de ser continuado por los discípulos (también vosotros). El enfrentamiento de Jesús con el mundo no va a terminar con su muerte; al contrario, va a multiplicarse por medio de los suyos. Estar con Jesús desde el principio, requisito para dar testimonio en cualquier época, significa aceptar como norma toda la vida de Jesús, sin separar al Jesús resucitado del Jesús terrestre, como en la tentación espiritualista que prescinde del compromiso.
Previene a los discípulos, para evitar su deserción en el futuro (16,1). Podría parecerles inexplicable verse combatidos por las instituciones religiosas. Jesús les anuncia que serán marginados por los que se llaman representantes de Dios e intérpretes de su voluntad (2). No sólo los marginarán, sino que llegarán a darles muerte. Las instituciones religiosas adoran a un dios que acepta como culto la muerte del hombre (se figure que ofrece culto a Dios). Si ése es su dios, son homicidas por esencia. De hecho, los máximos representantes de la institución religiosa judía han decretado ya la muerte de Jesús (11,53) y la de la comunidad representada por Lázaro (12,10).
Jesús libera a los suyos del respeto a las instituciones religiosas (3). Bajo su impresionante fachada se esconde un fraude, pues no conocen al Padre (5,37; 8,19.47.54s). El dios a quien ofrecen culto no es el verdadero (17,3), pues no está a favor del hombre (5,10; 9,24.29): es la antítesis del que se manifiesta en Jesús. Al vaciar a Dios de su propio ser, llenan su nombre con la proyección de sus propias ambiciones, que despliegan su capacidad destructora. De ahí el dios homicida (8,44). Este mundo injusto tendrá su hora (4), la de su triunfo aparente.
Nunca les había hablado Jesús de la persecución futura; hasta ahora, el blanco había sido él, quien, además, podía defenderlos. Los discípulos siguen sin comprender la muerte como ida al Padre (5). No piden explicaciones, que consideran superfluas, pero se llenan de tristeza al pensar en la separación (6), que ellos interpretan como desamparo (cf. 14,18). Sin Jesús, se sienten indefensos ante el mundo.
Para Jesús, la presencia y ayuda del Espíritu hará más bien a los discípulos que su propia presencia corporal (7). Pero para comunicar el Espíritu tiene que dar antes la prueba última y radical de su amor por el hombre. Mientras se apoyen en la presencia física de Jesús, los discípulos no aprenderán a tomar su plena responsabilidad ni tendrán la autonomía propia del que obra por convicción interior. Les conviene que se marche, para actuar por sí mismos bajo el impulso del Espíritu.
El sistema injusto se ha erigido en juez de Jesús y lo ha condenado como a un criminal. El Espíritu va a reabrir el proceso para pronunciar la sentencia contraria (8). Los que se hicieron jueces son los culpables; el condenado tenía razón y, en consecuencia, el sistema que se atrevió a cometer semejante injusticia está condenado por Dios.
El mundo designa aquí al círculo dirigente que condenó a Jesús. Su pecado (9) es “el pecado del mundo” (1,30), que consiste en impedir, reprimir o suprimir la vida, impidiendo la realización del proyecto creador (1,10); ha alcanzado su máxima expresión en el rechazo de Jesús (15,22).
La prueba de que Jesús tenía razón será la acogida del Padre (10), de la que la comunidad tendrá plena conciencia a través de la experiencia del Espíritu que de él va a recibir (15,26). El Padre va a refrendar toda la obra de Jesús; al acogerlo, Dios se constituye en juez e invierte el juicio dado por el mundo. Al marcharse con el Padre, Jesús dejará de estar presente como antes.
El orden injusto va a considerarse más seguro por la muerte de Jesús, pero la comunidad experimentará que ese mundo está juzgado y que Dios está contra él (11). El jefe del orden este (12,31; 14,30) encarna al círculo dirigente, considerado como un todo único, con plena unanimidad de objetivos.
La comunidad se siente juzgada y condenada por el mundo (16,1-4), pero el testimonio del Espíritu la convence de que es ella la que puede juzgarlo, acusándolo de su pecado. Así, a pesar de la persecución, no se siente culpable ni se acobarda; ve en Jesús la vida y en el sistema la muerte.
El mensaje tiene consecuencias que los discípulos aún no sacan y horizontes que no pueden vislumbrar (12). Hay mucho terreno inexplorado en la verdad de Jesús, que sólo irá siendo conocido a medida que la experiencia coloque a la comunidad ante nuevos hechos o circunstancias. El Espíritu será el guía (13). No transmitirá una doctrina nueva, explicará y aplicará el mensaje, y descubrirá en él virtualidades antes ocultas. Al mismo tiempo, irá interpretando la historia (lo que vaya viniendo) como dialéctica entre “el mundo” y el proyecto de Dios: así irá guiando a los discípulos en su actividad en favor del hombre. Para acertar en lo que conviene han de estar atentos, por una parte, a la vida y a la historia y, por otra, a la voz del Espíritu que la interpreta. Lo hará manifestando la gloria de Jesús (14), que equivale a tomar de lo suyo. Toma de Jesús su mensaje, el amor manifestado en su muerte. Lo oye en cuanto mensaje (13: cada cosa que le digan), lo toma y lo comunica en cuanto amor. La penetración del mensaje, es decir, la sintonía del amor, hace posible la interpretación de la historia. Quiere decir Jesús que sólo a través del amor se puede conocer el ser del hombre, interpretar su destino y realizar la sociedad humana.
Jesús posee en común con el Padre, en primer lugar, la gloria/amor que le ha comunicado (1,14), la plenitud del Espíritu (1,32; cf. 17,10). No ha de concebirse como posesión estática sino como relación dinámica con el Padre, incesante y mutua, que hace de los dos uno (10,30) e identifica su actividad. Jesús realiza así las obras del Padre (5,17.36; 10,25), su designio creador (4,34; 5,30; 6,38-40). Por tanto, el criterio para interpretar la historia, basado en la sintonía con Jesús, se concreta en la realización del hombre, designio del Padre y expresión de su amor.

SÍNTESIS.

El vigor y la seguridad que la comunidad recibe de la acción del Espíritu se transmite a la misión. Grave peligro para las comunidades cristianas es querer dividir a Jesús, siguiendo, o bien a un Jesús hombre de acción, que sólo ha dejado su ejemplo, o bien a un Jesús glorioso, despegado de su existencia terrena. Jesús no es sólo ejemplo del pasado, sino, también y sobre todo, el salvador presente; pero tampoco es sólo objeto de contemplación y gozo, sino Mesías a quien seguir y en cuya obra hay que colaborar.

miércoles, 19 de agosto de 2009

El odio del mundo.

El odio del mundo.
(Jn 15, 18-25)

15, 18. Cuando el mundo os odie, tened presente que primero me ha odiado a mí.
19. Si pertenecierais al mundo, el mundo os querría como a cosa suya, pero como no pertenecéis al mundo, sino que al elegiros yo os saqué del mundo, por eso el mundo os odia.
20. Acordaos del dicho que yo mismo os cité: “No es un siervo más que su señor”. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han vigilado mi mensaje, también el vuestro lo vigilarán.
21. Todo eso lo harán contra vosotros por ser de los míos, porque no quieren reconocer al que me envió.
22. Si yo no hubiera y les hubiera hablado, no habrían mostrado su obstinación en el pecado; pero ahora no tienen excusa de su pecado.
23. Odiarme a mí es odiar a mi Padre.
24. Si yo no hubiera hecho entre ellos las obras que ningún otro ha hecho, no habrían mostrado su obstinación en el pecado; pero ahora las han visto personalmente y, sin embargo, nos han tomado odio tanto a mí como a mi Padre.
25. Pero así se cumple el dicho que está escrito en su Ley: “Me odiaron sin razón”.

EXPLICACIÓN.

18-25. El mundo (18), nombre colectivo, designa al círculo o sistema de poder que organiza la sociedad, y a sus adeptos. En este contexto designa a todo sistema injusto. Odio, cf. 3,20; 7,7. El favor o la desgracia ante “el mundo” depende de la aceptación o no de sus valores (19); los discípulos han roto con él, al optar por Jesús, opción confirmada por su elección. Éste es el éxodo al que Jesús invita: el paso de la esclavitud a la libertad (8,36), de la muerte a la vida (5,24).
Jesús repite la primera parte del proverbio citado antes (13,16; el amor significa servicio mutuo) (20), para mostrarles que la persecución es la consecuencia inevitable de la práctica del servicio a los hombres (cf. 5,16). La actitud de los partidarios del sistema ante Jesús y los suyos es la de sospecha continua (vigilarán), porque la propuesta de una alternativa los irrita y los alarma. Los dirigentes se han negado a reconocer que Jesús era el enviado del Padre (21); han creado una imagen falsa de Dios (5,37s; 8,55) y por eso se oponen al verdadero. El que ellos adoran se hace cómplice de la opresión, puesto que en su nombre ejercen su dominio (5,10; 9,14-24). No pueden tolerar al Dios que está a favor del hombre y lo libera.
La ceguera de los dirigentes es voluntaria (9,41). Las palabras y las obras de Jesús les han dado la ocasión de rectificar (22). Él les ha explicado sus obras, les ha expuesto su sentido y les ha hecho ver su propia incoherencia (5,19-47; 8,12-58; 9,39-10,38), pero la respuesta ha sido la oposición (8,48; 10,20), el intento de matarlo (5,16.18; 7,1.19.25.30.32.44; 8,20.37.40; 11.47ss; 12,10) y, en ocasiones, la violencia directa (8,59; 10,31.39), hasta llegar a la condena a muerte (11,53). El rechazo de Jesús es el pecado que da remate al que ya tenían y que consistía en la opción por sus propios intereses y en contra del hombre (8,23). Antes de Jesús no era tan evidente su mala fe, pero ahora han cerrado voluntaria y definitivamente sus ojos a la luz (3,19).
Las palabras de Jesús son las que ha oído al Padre (8,38; 12,50), pero ellos no las han escuchado (8,47), antes bien les han tomado odio (5,18; 8,40; 10,33). Con esto odian al Padre (23), pues no existe un Dios diferente del que se hace presente en Jesús y habla por su medio.
No sólo eran de Dios las palabras de Jesús, sino en primer lugar sus obras, que acreditaban sus palabras (4,34; 5,19.30.36; 6,38; 10,37s), pero también éstas han provocado el odio de los dirigentes, odio que incluye al Padre. Al descubrir el ser del verdadero Dios, lo detestan, porque no apoya su poder ni legitima su injusticia.
Jesús cita Sal 35,19 y 69,5 (25). Bajo el nombre de Ley se incluye toda la Escritura judía ((cf. 10,34), de la que Jesús se distancia de nuevo (su Ley; cf. 7,19; 8,17; 10,34). Los adversarios de Jesús, por haber tergiversado el sentido de la Escritura, se identifican con los que en ella se oponen al designio de Dios. Ese mensaje de odio está escrito definitivamente en la Ley, y también definitivamente quedará escrito el mensaje de Jesús, su nombre puesto sobre la cruz, expresión suprema de su amor (19,19).

SÍNTESIS.

La paz entre el sistema injusto y la comunidad de Jesús es imposible. Los discípulos han roto con el mundo; de ahí la persecución solapada o manifiesta. El grupo cristiano es sospechoso. La razón profunda de la hostilidad es la que el orden injusto tiene contra Dios mismo. Aceptará a un dios que legitime la injusticia, pero no al que se presenta en Jesús.

Amor, amistad y fruto.

Amor, amistad y fruto.
(Jn 15, 7-17)

15, 7. Si seguís conmigo y mis exigencias siguen entre vosotros, pedid lo que queráis, que se realiza.
8. En esto se ha manifestado la gloria de mi Padre, en que hayáis comenzado a producir mucho fruto por haberos hecho discípulos míos.
9. Igual que el Padre me demostró su amor, os he demostrado yo el mío. Manteneos en ese amor mío.
10. Si cumplís mis mandamientos, os mantendréis en mi amor, como yo vengo cumpliendo los mandamientos de mi Padre y me mantengo en su amor.
11. Os dejo dicho esto para que llevéis dentro mi propia alegría y así vuestra alegría llegue a su colmo.
12. Éste es el mandamiento mío: que os améis unos a otros igual que yo os he amado.
13. Nadie tiene amor más grande por los amigos que uno que entrega su vida por ellos.
14. Vosotros sois amigos míos si hacéis lo que os mando.
15. No, os llamo siervos, porque un siervo no está al corriente de lo que hace su señor; a vosotros os vengo llamando amigos, porque todo lo que le oí a mi Padre os lo he comunicado.
16. No me elegisteis vosotros a mí, os elegí yo a vosotros y os destiné a que os pongáis en camino, produzcáis fruto y vuestro fruto dure; así, cualquier cosa que le pidáis al Padre en unión conmigo, os la dará.
17. Esto os mando; que os améis unos a otros.


EXPLICACIÓN.

7-17. Sigue el tema de la fecundidad (7); el fruto se apoya también en la eficacia de la petición. Jesús se hace colaborador en la tarea de los suyos, sin límite alguno (lo que queráis). La respuesta a las exigencias concretas del amor crea el ambiente de la comunidad (entre vosotros, cf. 5,38). La sintonía con Jesús, creada por el compromiso a favor del hombre, establece su colaboración activa con los suyos. “Pedir” significa afirmar la unión con Jesús y reconocer que la potencia de vida procede de él.
La gloria, que es el amor del Padre (8), se manifiesta en la actividad de los discípulos, que trabajan a favor de los hombres. El Padre demostró su amor a Jesús (9) comunicándole la plenitud de su Espíritu (1,32s), que era la comunicación de su gloria o amor fiel (1,14). Jesús demuestra su amor a los discípulos de la misma manera, comunicándoles el Espíritu que está en él (1,16; 7,39); la unión a Jesús-vid (15,1ss) se expresa ahora en términos de amor. Los discípulos deben vivir en el ámbito de ese amor (cf. 15,4).
Pone en paralelo la relación de los discípulos con él y la suya con el Padre (10,15) (10): la fidelidad del amor se expresa en ambos casos por la respuesta a las necesidades de los hombres (cumplir los mandamientos) del Padre/de Jesús). La praxis asegura la unión con él. No existe amor a Jesús sin compromiso con los demás. Los mandamientos o encargos del Padre a Jesús se identifican con su misión de salvar a la humanidad. El criterio objetivo de la relación con él y con el Padre es el amor de obra (cf. 1 Jn 3,14); éste demuestra la autenticidad de la experiencia interior.
La alegría (11) es “objetiva”, por el fruto que nace (15,8), y “subjetiva”, porque el amor practicado produce la experiencia del amor; los discípulos viven circundados del amor de Jesús. Pero además, Jesús comparte con ellos su propia alegría, la que procede del fruto de su muerte y de experiencia del Padre.
El mandamiento que constituye la comunidad y le da su identidad (13,34) es, al mismo tiempo, el fundamento de la misión (12). Donde no existe comunidad de amor mutuo como alternativa a la sociedad injusta, no puede haber misión. Señala Jesús cuál es la cima del amor (13,34: Igual que yo os he amado) (13). Explica la adhesión en términos de amistad (15), que nace de la comunidad de espíritu y de la común vivencia de entrega. Ha pasado de la metáfora local (15,4: seguir insertados en la vid) a la relación personal (amigos). Requiere que la relación con él sea de amistad. Siendo el centro del grupo, no se coloca por encima de él: quiere ser compañero de los suyos en la tarea común. En contexto de misión, la amistad significa la colaboración en un trabajo que se considera común a todos y responsabilidad de todos. La igualdad y el afecto crean la libertad. La diferencia entre el siervo y el amigo se basa en la confianza. Ésta es total: a sus discípulos Jesús se lo ha comunicado todo.
La elección es la de todo discípulo (16). En cierto modo, Jesús ha elegido a la humanidad entera, pues ha venido a salvar al mundo (3,17; 12,47); al acercarse el hombre, esa elección queda concretada y realizada por la acogida de Jesús. La frase expresa la experiencia de cada cristiano, pues éste, aunque consciente de su opción libre, sabe que no puede atribuir sólo a su iniciativa la condición de miembro de la comunidad de Jesús. La elección se hace para la misión; los discípulos son colaboradores de Jesús. Él espera que la labor de los suyos tenga un efecto duradero que vaya cambiando la sociedad (que vuestro fruto dure). La dedicación a realizar las obras de Dios (9,4), que es la sustancia de la misión, pone a disposición de los discípulos la fuerza del Padre. A través de ellos se vierte el torrente de su amor.
Para terminar la sección sobre el amor, repite Jesús su mandamiento (cf.12 )(17), condición para estar vinculados a él y producir fruto. La repetición es, al mismo tiempo, un aviso: si no existe esa calidad de amor, falta lo esencial.

SÍNTESIS.

Identificado con Jesús y su mensaje, el grupo tiene su pleno apoyo. La actividad de la comunidad hace llegar a los hombres el amor del Padre que ofrece vida. Jesús excluye la adhesión y el amor propios de siervos o súbditos: deben ser amistad que llega a dar la vida por los amigos. La misión adquiere así una dimensión nueva: los discípulos se dedicarán con él a una labor que sienten como propia; no serán siervos de un señor, sino hombres libres, amigos que comparten su alegría en la tarea común.

II. LA NUEVA COMUNIDAD EN MEDIO DEL MUNDO. La comunidad en expansión.

II. LA NUEVA COMUNIDAD EN MEDIO DEL MUNDO.
(Jn 15, 1-16,33)

La comunidad en expansión.
(Jn 15, 1-6)

15, 1. Yo soy la vid verdadera, mi Padre es el labrador.
2. Todo sarmiento que en mí no produce fruto, lo corta, y a todo el que produce fruto lo limpia, para que dé más fruto.
3. Vosotros estáis limpios por el mensaje que os he comunicado.
4. Seguid conmigo, que yo seguiré con vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí solo si no sigue en la vid, así tampoco vosotros si no seguís conmigo.
5. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que sigue conmigo y yo con él, ése produce mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada.
6. Si uno no sigue conmigo, lo tiran fuera como al sarmiento y se seca; los recogen, los echan al fuego y se queman.


EXPLICACIÓN.

1-6. La vid o viña era el símbolo de Israel como pueblo de Dios (Sal 80,9; Is 5,1-7; Jr 2,21; Ez 19,10-12). La afirmación de Jesús (1) se contrapone a estos textos; no hay más pueblo de Dios (vid y sarmientos) que la nueva humanidad que se construye a partir de él (cf. 1,9: la luz verdadera; 6,32; el verdadero pan del cielo). Como en el AT, es Dios, ahora llamado el Padre, quien ha plantado y cuida esta vid.
Advertencia severa (2) que define la misión de la comunidad. Jesús no ha creado un círculo cerrado, sino un grupo en expansión: todo miembro tiene un crecimiento que efectuar y una misión que cumplir. El fruto es el hombre nuevo, a nivel de individuo y comunidad, y a nivel de expansión; no se produce fruto cuando no se comunica la vida que se recibe; el que se niega a amar y no hace caso al Hijo, se coloca en la zona de la tiniebla (3,36). Es aquel que pertenece a la comunidad pero no responde al Espíritu.
Quien practica el amor tiene que seguir un proceso ascendente, un desarrollo, hecho posible por la limpia que el Padre hace. Elimina factores de muerte, haciendo que el discípulo sea cada vez más auténtico y más libre, y aumente así su capacidad de entrega y su eficacia. Pretende acrecentar el fruto: fruto de madurez en el discípulo, fruto de nueva humanidad.
Hay una limpieza inicial (cf. 13,10) y otra sucesiva para el crecimiento. Sintetizando datos, la limpieza o purificación la produce la opción por el mensaje de Jesús, que es el del amor. Éste separa del mundo injusto y quita, por tanto, el pecado (1,29). El mensaje, en cuanto se hace práctica en la vida del discípulo, se identifica con el Espíritu, dinamismo del amor. La actividad del amor sigue efectuando la purificación. Según el significado de “limpio/puro” sólo quien practica el amor agrada a Dios (cf. 14,23).
Jesús exhorta a sus discípulos a renovar su adhesión a él (4), en función del fruto que han de producir. La unión mutua entre Jesús y los suyos, vistos aquí como grupo, es la condición para la existencia de la comunidad, para su vida y para el fruto. El sarmiento/discípulo no se mantiene vivo (vida=amor) si se corta de la fuente de la vida/amor.
Repite Jesús su afirmación primera (5). Entre él y los suyos existe una unión íntima: la misma vida circula en él y en ellos, gracias a la asimilación a él (6,56: comer su carne y beber su sangre): mucho fruto, cf. 12,24. Quien rechaza el amor renuncia a la vida (6); la muerte en vida acaba en la muerte definitiva.

SÍNTESIS.

La existencia de la humanidad nueva en medio de la sociedad injusta no depende de una institución, sino de la participación de la vida de Jesús. Él crea la alternativa al “mundo” opresor: la sociedad del amor mutuo, expresión de la vida y ambiente de la libertad, que trabaja por incluir a la humanidad entera.
El compromiso cristiano es el dinamismo de una experiencia que busca comunicarse. La unión con Jesús y el Espíritu que él infunde llevan necesariamente a la actividad. El fruto tiene un doble aspecto inseparable: el crecimiento personal y comunitario y la expansión de la vida en la humanidad.

viernes, 14 de agosto de 2009

Colofón: La despedida.

Colofón: La despedida.
(Jn 14, 27-31)

14, 27. “Paz” es mi despedida; paz os deseo, la mía, pero yo no me despido como se despide todo el mundo. No estéis intranquilos ni tengáis miedo;
28. habéis oído lo que os dije: que me marcho para volver con vosotros. Si me amarais os alegraríais de que vaya con el Padre, porque el Padre es más que yo.
29. Os lo dejo dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda lleguéis a creer.
30. Ya no hay tiempo para hablar largo, porque está para llegar el jefe del orden este. No es que él pueda nada contra mí,
31. sino que así comprenderá el mundo que amo al Padre y que cumplo exactamente lo que me mandó. ¡Levantaos, vámonos de aquí!


EXPLICACIÓN.

27-31. Desear la paz (27) era el saludo ordinario al llegar y al despedirse. La despedida y el saludo de Jesús no son, como los ordinarios, triviales. Tampoco se despide como todos, pues, aunque se va, no va a estar ausente (28). Ir al Padre, aunque sea a través de la muerte, no es una tragedia, puesto que su muerte va a ser la manifestación suprema del amor del Padre (12,27s). El Padre es más que Jesús, porque en él Jesús tiene su origen (1,32; 3,13.31; 6,61), el Padre lo ha consagrado y enviado (10,36) y todo lo que tiene procede del Padre (3,35; 5,26s; 17,7).
Había predicho la traición que lo llevaría a la muerte (13,19); ahora predice los efectos de ésta: el triunfo de la vida (29). La marcha es inminente (30). El jefe del orden este, personificación del poder opresor. Jesús no está en absoluto sometido a ese poder, ni ése puede pretender autoridad sobre él ni derecho a detenerlo y condenarlo. Pero va a aceptar el enfrentamiento para mostrar a la humanidad su amor al Padre (cf. 8,28) (31), llevando a cabo su obra aun a costa de su propia vida (10,17). La muerte de Jesús debe convencer a todos de la autenticidad de su mensaje y de su fidelidad al que lo envió.
La exhortación a salir (Levantaos, vámonos de aquí), después de anunciar la llegada del jefe del orden este (30), tiene un tono de desafío que se convierte en consigna para toda la comunidad. Como Jesús, ésta ha de afrontar la hostilidad del mundo.
Estas palabras dividen el discurso de la cena en dos partes. En la primera, la instrucción de Jesús, de obra y de palabra, se ha referido a la constitución de la comunidad; en la segunda (caps. 15-16) va a tratar de su identidad y misión en medio del mundo. La invitación a marcharse con él indica precisamente la diferencia de tema. Jesús va a marcharse con el Padre pasando a través del mundo de tiniebla y muerte, y en este paso se lleva a los suyos consigo. La constitución de la comunidad se ha hecho dentro de casa, pero su camino está fuera, en medio de la humanidad oprimida y en oposición a los poderes opresores.

SÍNTESIS.

La muerte de Jesús no interrumpe su presencia entre los suyos. Mirando a su desenlace, debe ser motivo de alegría, pues significa la culminación de su misión y la realización de su obra, su estado definitivo con el Padre. Toca ahora ver la misión del grupo en la humanidad y la oposición que va a encontrar.

Dios en la nueva humanidad.

Dios en la nueva humanidad.
(Jn 14,15-26)

14, 15. Si me amáis, cumpliréis los mandamientos míos;
16. yo, a mi vez, le rogaré al Padre y os dará otro valedor que esté siempre con vosotros,
17. el Espíritu de la verdad, el que el mundo no puede recibir porque no percibe ni lo reconoce. Vosotros lo reconocéis, porque vive con vosotros y demás estará con vosotros.
18. No os voy a dejar desamparados, volveré con vosotros.
19. Dentro de poco, el mundo dejará de verme; vosotros, en cambio, me veréis, porque de la vida que yo tengo viviréis también vosotros.
20. Aquel día experimentaréis que yo estoy identificado con mi Padre, vosotros conmigo y yo con vosotros.
21. El que ha hecho suyos mis mandamientos y los cumple, ése es el que me ama; y al que me ama mi Padre le demostrará su amor y yo también se lo demostraré manifestándole mi persona.
22. El otro Judas, no el Iscariote, le preguntó:
- Señor, y ¿a qué se debe que nos vayas a manifestar tu persona a nosotros y al mundo no?
23. Jesús le contestó:
-Uno que me ama cumplirá mi mensaje y mi Padre le demostrará su amor: vendremos a él y nos quedaremos a vivir con él.
24. El que no me ama no cumple mis palabras; y el mensaje que estáis oyendo no es mío, sino del Padre que me envió.
25. Os dejo dichas estas cosas mientras estoy con vosotros.
26. Ese valedor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre por mi medio, él os lo irá enseñando todo, recordándoos todo lo que yo os he expuesto.


EXPLICACIÓN.

15-26. Quien no ama a Jesús no puede amar a los demás (15). Por primera vez menciona Jesús el amor de sus discípulos a él: la adhesión a su persona y obra se convierte en un impulso de identificación con él. Por ella, los mandamientos pierden todo carácter de imposición; son la exigencia del amor. Cumplirlos significa ser como Jesús, y a esto lleva espontáneamente la fuerza interior del Espíritu. No se trata de la obediencia de los discípulos a normas externas, sino de la expansión exterior de la sintonía con Jesús. Se conserva el término mandamiento para oponer los de Jesús (los mandamientos míos, enfático) a los de la Ley antigua. “El mandamiento nuevo” (13,14) expresaba la actitud del discípulo, creando la solidaridad del amor. “Los mandamientos suyos”, cuyo contenido nunca se explicita, son las exigencias de actuación que las circunstancias presentan al amor de los discípulos. En “el mandamiento” habla Dios en el interior del discípulo; en “los mandamientos” le habla desde la realidad histórica.
La comunidad recibe el Espíritu a través de Jesús (16-17). Valedor, el que ayuda en cualquier circunstancia; dentro de la comunidad, mantiene vivo e interpreta el mensaje de Jesús (26). En el enfrentamiento de la comunidad con el mundo, da seguridad a los discípulos y los guía, interpretándoles los acontecimientos. El Espíritu será otro valedor, toma el puesto de Jesús; de la verdad, por ser él la verdad y comunicarla. El término “verdad” significa también “fidelidad/lealtad” (cf. 4,24) y tiene relación con el amor (1,14). De hecho, la verdad es la vida (1,4), que es el amor. Da libertad al hombre, pues la verdad hace libres (8,31s); él continuará el proceso de liberación. El mundo, el sistema de poder, es la mentira institucionalizada que llega al homicidio (8,44); es incompatible con el Espíritu. Los discípulos tienen experiencia del Espíritu en Jesús, pero será mayor en el futuro, cuando lo reciban ellos mismos.
La ausencia de Jesús no será definitiva (18-19). Después de su muerte, Jesús no se manifestará al mundo, pero sí a los discípulos. Éstos participarán de su vida al participar de su Espíritu.
Aquel día (20), cuando Jesús se haga presente a su comunidad después de su muerte, El efecto de la comunicación de la vida /Espíritu será la experiencia de identificación con Jesús y con el Padre. Comunión de vida entre Dios y los hombres, que constituyen un núcleo de donde irradia el amor.
De su relación y la del Padre con la comunidad pasa Jesús a la que establecen con cada miembro de ella (21). Su comunidad no es gregaria, ni su Espíritu uniforma. Cada uno es responsable de su modo de obrar. La actividad en favor del hombre (mis mandamientos) es lo único que da realidad al amor a él (cf. 15). La semejanza con Jesús, efecto de ese amor, provoca una respuesta de amor de parte del Padre. La respuesta de Jesús es su manifestación personal; en ella se revela el Padre (14,9).
Decepción del discípulo (22). Esperaba una vuelta gloriosa y triunfante de Jesús, no sólo una manifestación a individuos. No comprende, porque no renuncia a su concepción mesiánica.
La venida de Jesús no se hará con alarde de poder ni para vengarse de la injusticia cometida contra él (23). La transformación de la sociedad humana no se hace por la fuerza. Por eso, en respuesta a Judas, repite lo antes dicho (21). Su mensaje es el del amor al hombre y se despliega en sus mandamientos. Su manifestación no es como la que ellos esperan. La respuesta a la práctica del amor es la presencia suya y del Padre. El Padre y Jesús, que son uno, establecerán su morada en el discípulo. En el antiguo éxodo, la presencia de Dios en medio del pueblo se localizaba en la tienda del Encuentro. En el nuevo, cada uno será morada de Dios.
El mensaje de Jesús es el del Padre (24). Muestra a los oprimidos el medio de salir de la opresión, invita a un éxodo fuera de un sistema injusto (10,2-4), abre los ojos para que el hombre conozca su dignidad según el designio de Dios (9,1ss) y hace caminar a los paralizados por las ideologías opresoras (5,3ss); es el amor manifestado en el compartir, que da a los hombres su independencia y los libera de la explotación (6,5ss). Practicarlo significa tener el Espíritu de Jesús.
La frase mientras vivo con vosotros (25-26) hace recordar la marcha de Jesús y anuncia su despedida. Ellos tendrán que ir comprendiendo y profundizando lo que les ha dicho, pero ayudados por el Espíritu. Es el Espíritu profético, que transmite a la comunidad mensajes del Señor Jesús, hecho presente por su Espíritu, es el maestro de la comunidad.
El Espíritu es el amor y lealtad, la gloria (1,14 y 32; 1,17 y 7,39). En cuanto el amor se formula para proclamarlo, se le llama “mensaje”; en cuanto es fuerza de vida, “Espíritu”; en cuanto es norma de conducta “mandamiento”; en cuanto se hace visible y hace presente a Dios, se le llama “gloria”. Jesús está presente con su Espíritu (fuerza y actividad del amor).

SÍNTESIS.

Cambia el concepto antiguo de Dios y el de la relación del hombre con él. Se concebía a Dios como una realidad exterior al hombre y distante de él; la relación con Dios se establecía a través de mediaciones, en primer término, la de la Ley, de cuya observancia dependía el favor divino. Dios reclamaba al hombre para sí; éste aparecía como siervo. El mundo quedaba en la esfera de lo profano.
En la exposición que hace Jesús se describe la venida del Espíritu de Jesús y del Padre. Con esta imagen especial se significa el cambio de relación entre Dios y el hombre. La comunidad y el individuo se convierten en morada de la divinidad, el hombre en santuario de Dios. De esta manera Dios “sacraliza” al hombre y, a través de él, a toda la creación. No hay ya, pues, ámbitos sagrados donde Dios se manifieste fuera del hombre mismo. Esta “sacralización” produce al mismo tiempo una “desacralización”, suprimiendo toda mediación de “lo sagrado” exterior al hombre.
Dios se asemeja a una onda en expansión que comunica vida con generosidad infinita. No quiere que el hombre sea para él, sino que, viviendo con él, sea como él, don de sí, amor absoluto. Al hombre toca aceptar ese amor e incorporarse a esa fuerza que tiende a expansionarse en continuo don.Dios no es el rival del hombre. No lo ha creado para reclamarle luego su vida como tributo y sacrificio. No absorbe ni disminuye al hombre, lo potencia. No puede el hombre anularse para afirmar a Dios; eso significaría la negación de Dios creador, el dador de vida.

La comunidad en camino hacia el Padre.

La comunidad en camino hacia el Padre.
( Jn 14, 1-14)

14, 1. No estéis intranquilos; mantened vuestra adhesión a Dios manteniéndola a mí.
2. En el hogar de mi Padre hay vivienda para muchos; si no, os lo habría dicho. Voy a prepararos sitio.
3. Cuando vaya y os lo prepare, vendré de nuevo y os acogeré conmigo; así, donde estoy yo estaréis también vosotros.
4. Y para ir donde yo voy, ya sabéis el camino.
5. Tomás le dijo:
- Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?
6. Respondió Jesús:
- Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie se acerca al Padre sino por mí.
7. Si llegáis a conocerme del todo, conoceréis también a mi Padre; aunque ya ahora lo conocéis y lo estáis viendo presente.
8. Felipe le dijo:
- Señor, haz que veamos al Padre, y nos basta.
9. Jesús le contestó:
-Tanto tiempo como llevo con vosotros y ¿no has llegado a conocerme, Felipe? Quien me ve a mí está viendo al Padre; ¿cómo dices tú: “Haz que veamos al Padre”?
10. ¿No crees que yo estoy identificado con el Padre y el Padre conmigo? Las exigencias que yo os propongo no las propongo como cosa mía: es el Padre, quien, viviendo en mí, realiza sus obras.
11. Creedme: yo estoy identificado con el Padre y el Padre conmigo; y si no, creedlo por las obras mismas.
12. Sí, os lo aseguro: Quien me presta adhesión, hará obras como las mías y aun mayores; porque yo me voy con el Padre,
13. y cualquier cosa que pidáis en unión conmigo, la haré; así la gloria del Padre se manifestará en el Hijo.
14. Lo que pidáis unidos a mí, yo lo haré.


EXPLICACIÓN.

1-14. Jesús tranquiliza a los discípulos, inquietos por su marcha (1). La adhesión a Dios se hace en la persona de Jesús (cf. 12,44). Relación de la nueva comunidad con el Padre y con Jesús. Los discípulos serán miembros de la familia del Padre (2): Jesús va a prepararles sitio; él es el Hijo, pero los que lo siguen serán también hijos, hermanos de Jesús ((20,17). Donde estoy yo (cf. 7,34.36; 12,26; 17,24), en la esfera de Dios y del Espíritu, gracias al nuevo nacimiento (3,6s).
El camino hacia el Padre (4) es la práctica del amor leal. Para Tomás (5, cf. 11,16), la muerte no es un tránsito, sino un final; aun después de la resurrección le costará comprender (20,24ss). El camino (6) supone una meta; la verdad, un contenido, que es la vida (1,4). Jesús es la vida porque es el único que la posee en plenitud y puede comunicarla (5,26). Por ser la vida plena es la verdad total, es decir, puede conocerse y formularse como la plena realidad del hombre y de Dios. Es el único camino, porque sólo su vida y su muerte muestran al hombre el itinerario que lo lleva a realizarse. Para el discípulo, Jesús es la vida, porque de él la recibe; esta nueva vida experimentada y consciente es la verdad; el camino, la asimilación progresiva a Jesús, da un carácter dinámico de crecimiento a su vida y verdad. El Padre no está materialmente lejano, el acercamiento a él es el de la semejanza.
El Padre está presente en Jesús (7). La petición de Felipe (8) denota su falta de comprensión. Había visto en Jesús al Mesías que podía deducirse de la Ley y los Profetas (1,43-45); no ha comprendido que Jesús no es la realización de la Ley, sino del amor y la lealtad de Dios (1,14.17). En el episodio de los panes (6,5-7) no comprendía la alternativa de Jesús. Sigue en las categorías de la antigua alianza. Ve en Jesús al enviado de Dios (cf. 12,13), pero no la presencia de Dios en el mundo.
Jesús le contesta con una queja (9). La convivencia con él, ya prolongada, no ha ampliado su horizonte. La presencia del Padre en Jesús es dinámica (10); a través de él ejerce su actividad. Las exigencias de Jesús reflejan las múltiples facetas del amor, lo concretan y lo acrecientan; por eso comunican Espíritu y vida (3,34; 6,63) y hacen presente a Dios mismo, que es Espíritu (4,24); formulan la acción del Padre en Jesús y, por su medio, con los hombres. Total sintonía de Jesús con el Padre (11). El último criterio, las obras.
La obra de Jesús ha sido sólo un comienzo, el futuro reserva una labor más extensa (12). Las señales hechas por Jesús no son, pues, irrepetibles por lo extraordinarias; son obras que liberan al hombre; ofreciéndole vida. Con este dicho da ánimos a los suyos para el futuro trabajo; la liberación ha de ir adelante. Jesús cambia el rumbo de la historia; toca a los suyos continuar en la dirección marcada por él. Los discípulos no están solos en su trabajo ni en su camino, Jesús seguirá actuando con ellos. A través de Jesús, el amor del Padre (su gloria) seguirá manifestándose en la ayuda a los discípulos para su misión (13). La oración de la comunidad expresa su vinculación a Jesús (14); se hace desde la realidad de la unión con él y a través de él, pidiendo ayuda para realizar su obra.

SÍNTESIS.

La comunidad de Jesús tiene que recorrer un camino, metáfora que expresa el dinamismo de la vida, que es crecimiento. El hombre se realiza por el camino de la solidaridad y la entrega. Jesús acompaña siempre a los suyos en ese camino. El Padre estará con ellos, pero su presencia no será estática, como un templo, sino también itinerante y activa.

sábado, 1 de agosto de 2009

El falso amor. Jesús predice la negación de Pedro.

El falso amor. Jesús predice la negación de Pedro.
(Jn 13,36-38)

13, 36. Le preguntó Simón Pedro:
- Señor, ¿a dónde vas?
Le repuso Jesús:
- Adonde me voy no eres capaz de seguirme ahora, pero, al fin, me seguirás.
37. Le dice Pedro:
- Señor, ¿por qué no soy capaz de seguirte ya ahora? Daré mi vida por ti.
38. Replicó Jesús:
- ¿Qué vas a dar tu vida por mí? Pues si, te lo aseguro: Antes que cante el gallo me habrás negado tres veces.



EXPLICACIÓN.


36-38. De las palabras anteriores, Pedro ha retenido solamente las que anunciaban la marcha de Jesús (13-33) (36). No se fija en lo que le toca como discípulo. Jesús le repite lo que ha dicho antes, pero indicándole que en el futuro llegará a seguirlo. Pedro no se conforma (37). Se declara dispuesto a dar la vida por Jesús, pero no se da por enterado del mandamiento del amor a los demás; se vincula solamente a su Señor. Vuelve a singularizarse entre sus compañeros, queriendo mostrar a Jesús una adhesión mayor que la de ellos (cf. 21,15); cree que Jesús no lo conoce suficientemente. No entiende que no se trata de morir por Jesús, sino de dar la vida, con y como Jesús, por el bien de los hombres. Su generosidad manifiesta su profunda incomprensión: nadie puede sustituir a Jesús en su función liberadora y manifestadora del amor del Padre. Siguiendo a Jesús, el hombre no se sacrifica a Dios, sino que se hace don suyo a los demás hombres, así como Dios mismo, por el Espíritu, se hace don para el hombre.
Ironía de Jesús (38). Pedro ha mostrado su arrogancia y su ignorancia. Jesús no necesita sacrificios por él ni los acepta. Dios no absorbe al hombre, sino que lo empuja a amar. Pedro pretende vincularse solamente a Jesús, sin comprender que éste es inseparable del grupo.
Pedro, que se ofrece a morir por su Señor, al ver derrumbarse su falsa idea de Mesías, acabará negándolo. Su relación con Jesús no es tanto la adhesión a su persona (amor) cuanto al papel mesiánico que le atribuye. Sus negaciones serán indicio de una profunda decepción.

Código y distintivo de la nueva comunidad.

Código y distintivo de la nueva comunidad.
(Jn 13, 33-35)


13 33. Hijos míos, ya me queda poco que estar con vosotros. Me buscaréis, pero aquello que dije a los judíos: “Adonde yo voy, vosotros no sois capaces de venir”, os lo digo también a vosotros ahora.
34. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; igual que yo os he amado, también vosotros amaos unos a otros.
35. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: en que os tenéis amor entre vosotros.


EXPLICACIÓN.


33-35. Terminó de afecto (33: Hijos míos, lit. “hijitos”). El momento es emocionante, porque va a anunciar su próxima partida. Con esto, las palabras que siguen toman el carácter de testamento. Alusión a 8,21. En su itinerario nadie puede acompañarlo; nadie puede aún comprender la magnitud de su amor ni asociarse a él.
Ellos se quedan y él va a constituirlos en comunidad, dándoles su estatuto y su identidad. El mandamiento nuevo (34) se opone y sustituye a la Ley antigua. Diferencia entre las dos alianzas (1,17). Es nuevo en dos sentidos:
1) Por la norma que propone, el amor del Hijo único que posee la plenitud del Espíritu (igual que yo os he amado; cf 6,53: comer su carne y beber su sangre); cesa por insuficiente la antigua norma: “Amarás al prójimo como a ti mismo” (Lv 19,18).
2) Por el contenido: en la antigua ley el hombre había de amar a Dios sobre todas las cosas (Dt 6,4s), pero con amor y fidelidad humanos; Dios estaba “separado” del hombre y podía ser “objeto” de amor. Ahora, Jesús comunica el Espíritu, la fuerza del amor de Dios mismo, que identifica con Jesús y con el Padre. Dios no exige que el hombre se entregue a él, él se entrega al hombre como fuerza de amor, por la que el hombre puede, a su vez, entregarse a los demás. Los discípulos aman siendo uno con el Padre y el Hijo (17, 21-23). Por eso el mandamiento de Jesús no prescribe ya el amor de Dios, sino el amor entre los hombres. No hay que amar “a Dios” o “a Jesús”, sino amar a los hombres “con y como Dios”, “con y como Jesús”.
En otras palabras: Respecto a Jesús y al Padre existe un amor de identificación, por la comunidad de Espíritu; el amor de entrega lo realiza el discípulo hacia los demás hombres.
El punto de referencia del mandamiento, igual que yo os he amado, acaba de explicarlo Jesús en las dos escenas precedentes: “amar” consiste en acoger, en ponerse al servicio de los demás para darles dignidad y libertad (lavado de los pies) y eso sin cejar ni desanimarse, respetando la libertad y respondiendo con amor al odio (episodio de Judas).
El amor que existe entre los suyos ha de ser visible (35) y será el signo distintivo de su comunidad. Lo que aprenden los discípulos de su maestro no es una doctrina, sino un comportamiento: no van a distinguirse por un saber particular ni van a comunicar a la humanidad una especulación sobre Dios. Van a mostrar la posibilidad del amor y de una sociedad nueva. La identidad del grupo no estará basada en observancias, leyes o cultos. Poniendo como único distintivo el amor desliga Jesús a los suyos de todo condicionamiento cultural: el amor es el lenguaje universal.

El traidor.

El traidor.
(Jn 13,21-32)

13 21. Dicho esto, Jesús estremeciéndose, declaró:
- Sí, os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.
22. Los discípulos se miraban unos a otros sin poderse explicar por quién lo decía.
23. Uno de sus discípulos estaba reclinado inmediato a Jesús; era el predilecto de Jesús.
24. Simón Pedro le hizo señas de que averiguase por quién podría decirlo.
25. Reclinándose entonces sin más sobre el pecho de Jesús, le preguntó:
- Señor, ¿quién es?
26. Jesús contestó:
- Es aquel para quien yo voy a mojar el trozo y a quien se lo voy a dar.
Mojando, pues, el trozo se lo dio a Judas de Simón Iscariote.
27. Y en cuanto recibió el trozo, entró en él Satanás. Por eso le dijo Jesús:
- Lo que vas a hacer, hazlo pronto.
28. Ninguno de los comensales se dio cuenta de por qué le decía esto.
29. Alguno pensaba que, como Judas tenía la bolsa, Jesús le decía: “Compra lo que necesitamos para la fiesta”, o que diese algo a los pobres.
30. Él tomó el trozo y salió en seguida; era de noche.
31. Cuando salió, dijo Jesús:
-Acaba de manifestarse la gloria del Hombre y, por su medio, la de Dios;
32. y, por su medio, Dios va a manifestar su gloria y va a manifestarla muy pronto.


EXPLICACIÓN.
21-32. Se pone el acento en uno de vosotros (cf. 6,70.71; 12,4) (21). Al ver que, a pesar de su amor, uno de los suyos va a la ruina y la muerte, Jesús se estremece. Sorpresa de los discípulos (22)
Primera mención del discípulo predilecto (22). Su figura se contrapone a la de Simón Pedro (cf. 18,15; 20,2ss; 21,7.20-23); acepta el amor de Jesús y responde a él con su cercanía (inmediato). Es la figura masculina de la nueva comunidad bajo los rasgos del amigo íntimo, identificado con Jesús (la figura femenina, en papel de “esposa”, estará representada por María Magdalena cf. 20,13-16).
El discípulo puede permitirse un gesto de total intimidad (Reclinándose… le preguntó) (24-25). Pedro no está inmediato a Jesús, no comprende su amor ni acepta ser amado (13,8).
La respuesta de Jesús no revela el nombre del traidor ni lo señala (26); no rompe con el que va a traicionarlo: no ha venido a juzgar, sino a salvar (12,47). Ofrecer a un comensal un trozo de alimento era señal de deferencia. No se especifica de qué es el trozo, Jn juega con la ambigüedad, la de salsa/sangre. Lo que Jesús ofrece a Judas es su misma persona dispuesta a aceptar la muerte. Lo invita a rectificar y ser de los suyos, a comer su carne y sangre y unirse a él (6,56). Responde al odio con amor, poniendo su vida en manos de su enemigo. Toca a Judas Iscariote hacer su última opción.
Jn evita decir que Judas comió el trozo (27), lo que habría significado la voluntad de asimilarse a Jesús. Más adelante (30) se explicará lo que hace con él. El gesto de amistad de Jesús no encuentra en Judas una respuesta positiva, antes al contrario, aumenta su antagonismo. Se identifica con los principios y valores del sistema. Así interioriza (entró en él) a Satanás, el dinero-poder, que lo hace agente suyo y homicida (8,44). Jesús ha mostrado a Judas su amor hasta el fin, pero no intenta forzarlo; le ha dejado plena libertad de opción, aun a costa de su propia vida, y Judas se ha dado su propia sentencia; es inútil prolongar la situación (hazlo pronto) (28).
Judas administraba los fondos del grupo (12,6) (29). Dos interpretaciones de las palabras de Jesús, que muestran la falta de comprensión del mensaje por parte de los discípulos. Comprar significa dependencia del sistema económico explotador (prueba de Jesús a Felipe, 6,5s). Dar a los pobres fue la propuesta de Judas para el precio del perfume (cf. 12,5).
Judas sale llevándose el trozo (30), la vida de Jesús, para entregarla. Entra en la tiniebla (era de noche), en el ámbito de los enemigos de Jesús, llevándose la luz, para extinguirla (1,5).
Jesús interpreta la salida de Judas (31-32), como había interpretado el lavado de los pies (13,12). Ha puesto libremente su vida en manos de sus enemigos, por amor al hombre, para salvarlo. Así manifiesta al máximo su gloria/amor, y el amor manifestado es el de Dios mismo, tan grande que, traducido por Jesús en términos humanos, llega al don de la propia vida por los hombres. En la primera parte (31) ocupa el primer plano la manifestación de la gloria/amor de Dios a través del de Jesús; en la segunda (32) se trata de la comunicación a los hombres de ese amor/gloria de Dios, el Espíritu, a través de Jesús. La gloria/amor de Jesús se manifiesta en dar su vida y expresa el amor de Dios al hombre. La de Dios se manifiesta en el don del Espíritu, que se hace por medio de Jesús.


Nota crítica: Se ha elegido la lectura corta, suprimiendo en v.32 la repetición: “Si la gloria de Dios se ha manifestado por su medio”, peor atestiguada que la omisión.


SÍNTESIS.

Si en el lavado de los pies ha demostrado Jesús que el amor consiste en el servicio que procura la libertad y la dignidad del hombre, en esta perícopa muestra su total respeto por la libertad y su amor hasta el fin (13,1), aun a costa de la propia vida. Al traidor le ofrece su amistad hasta el último momento. El amor es más fuerte que el odio: es el amor fiel (1,14: amor y lealtad). Excluye toda violencia; Dios no se impone ni coacciona, es puro amor que se ofrece. No existe más juicio que el que el hombre da de sí mismo con sus opciones.