viernes, 15 de mayo de 2009

El mito del linaje.

El mito del linaje (8,31-59)
8, 31. Dijo entonces Jesús a los judíos que le habían dado crédito:
-Vosotros, para ser de verdad mis discípulos, tenéis que ateneros a ese mensaje mío;
32. conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.
33. Reaccionaron contra él:
-Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie: ¿cómo dices tú: “Llegaréis a ser libres”?
34. Les replicó Jesús:
-Pues sí, os aseguro que todo el que practica el pecado es esclavo.
35. Ahora bien, el esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre.
36. Por tanto, si el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres.
37. Ya sé que sois linaje de Abrahán, y, sin embargo, tratáis de matarme a mí, porque ese mensaje mío no os cabe en la cabeza.
38. Yo propongo lo que he visto personalmente junto al Padre, y también vosotros hacéis lo que habéis aprendido de vuestro padre.
39. Le repusieron:
-Nuestro padre es Abrahán.
Les respondió Jesús:
-Si fuerais hijos de Abrahán, realizaríais las obras de Abrahán;
40. en cambio, tratáis de matarme a mí, hombre que os he estado proponiendo la verdad que aprendí de Dios. Eso no lo hizo Abrahán.
41. Vosotros realizáis las obras de vuestro padre.
Le replicaron entonces:
-Nosotros no hemos nacido de prostitución; un solo padre tenemos, Dios.
42. Les replicó Jesús:
-Si Dios fuera vuestro padre, me querríais a mí, porque yo estoy aquí procedente de Dios; y tampoco he venido por decisión propia, fue él quien me envió.
43. ¿Por qué razón no entendéis mi lenguaje? Porque no sois capaces de escuchar ese mensaje mío.
44. Vosotros procedéis de ese padre que es el Enemigo, y queréis realizar los deseos de vuestro padre. Él ha sido homicida desde el principio y nunca ha estado en la verdad, porque en él no hay verdad; cuando expone la mentira, le sale de dentro, porque es mentiroso y el padre de la mentira.
45. A mí, en cambio, porque digo la verdad, no me creéis.
46. ¿Quién de vosotros puede echarme en cara pecado alguno? Si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis?
47. El que procede de Dios escucha las exigencias de Dios; por eso vosotros no escucháis, porque no procedéis de Dios.
48. Repusieron los dirigentes:
-¿No tenemos razón en decir que eres un samaritano y que estás loco?
49. Replicó Jesús:
-Yo no estoy loco, sino que honro a mi Padre; en cambio, vosotros queréis quitarme la honra a mí;
50. aunque yo no busco mi gloria; hay quien se encarga de eso y es juez en el asunto.
51. Pues sí, os lo aseguro: Quien cumpla mi mensaje, no sabrá nunca lo que es morir.
52. Replicaron entonces los dirigentes:
-Ahora estamos seguros de que estás loco. Abrahán murió y los profetas también, ¿y tú sales diciendo que quien cumpla tu mensaje no probará nunca la muerte?
53. ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron. ¿Quién pretendes ser?
54. Repuso Jesús:
-Si yo mismo me procurase gloria, mi gloria no valdría nada; es mi Padre quien me la procura, el que vosotros decís que es vuestro Dios,
55. aunque nunca lo habéis conocido. Yo, en cambio, sé quién es y, si negase saberlo, sería un mentiroso parecido a vosotros. Pero sé quién es y cumplo su mensaje.
56. Abrahán, vuestro padre, saltó de gozo por que iba a ver este día mío, lo vio y se llenó de alegría.
57. Los dirigentes le replicaron:
-¿No tienes todavía cincuenta años y has visto a Abrahán en persona?
58. Les contestó Jesús:
-Pues sí, os lo aseguro: Desde antes que existiera Abrahán, soy yo lo que soy.
59. Cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se ocultó saliendo del templo.
EXPLICACIÓN.
31-59. A los judíos que le han dado fe, Jesús los invita a practicar su mensaje; no le bastan adhesiones de principio (31); es posible dar crédito a Jesús sin sacar las consecuencias. La práctica del mensaje/amor, rompiendo con el orden injusto, les dará libertad (32), pues comunica el Espíritu/vida (3,34), dando la experiencia de la vida/verdad: en ella el hombre percibe a Dios como Padre y a sí mismo como hijo. Esta nueva relación hace libres. Así se constituye el verdadero discípulo.
La libertad que comunica Jesús sobrepasa la mera posibilidad de opción; sitúa al hombre en su verdadero rango: partícipe de la libertad del Padre; como él, es señor de sí mismo. Quien no tiene experiencia del Padre es esclavo, porque concibe a Dios como un Soberano que somete al hombre, legitimando con eso toda tiranía. Reacción indignada (33): orgullo de raza; basta pertenecer al linaje de Abrahán para ser libre. Respuesta (34): ese linaje no garantiza la libertad, pues no impide que cometan el pecado, dando su adhesión a un sistema esclavizador. Alusión a los dos hijos de Abrahán (35): Isaac, libre; Ismael, esclavo. En paralelo, Dios Padre y Jesús Hijo (36), que, siendo libre, puede dar la libertad a los que son esclavos, dándoles el Espíritu.
No basta la descendencia para ser hijo (37), hay que demostrarlo con el modo de obrar. Al quererlo matar a él se oponen al Padre, el Dios que ama al hombre (38). Insinúa que tienen otro padre que no es Abrahán ni tampoco Dios. Nueva reacción (39), afirmando su ascendencia. Respuesta (40): no tienen por padre a Abrahán, pues no se portan como él.
Al comprender que los acusa de idolatría (41: prostitución), se profesan fieles al único Dios. Tampoco son hijos de Dios, porque no quieren a Jesús (43), el Hijo que, como el Padre, da vida al hombre. Imposibilidad de comunicar, porque Jesús es la negación misma de todo su sistema. Su modo de proceder muestra de quién son hijos (44): quieren matar a Jesús, luego están imitando a su padre que es un homicida, el Enemigo (el diablo) (44), el mentiroso y homicida desde el principio (alusión a la serpiente, que causó la muerte con el engaño). La mentira, opuesta a la verdad propuesta por Jesús de parte del Padre. La verdad, la experiencia de la vida, que da la libertad; la mentira, la ideología que exige sumisión y reprime la vida. El sistema judío es la mentira y el crimen institucionalizados, y todo el que se identifica con un orden injusto se hace cómplice de su mentira y homicidio. El Enemigo nunca dirá la verdad. Encarnado en el Tesoro, el dios del templo, la acumulación explotadora, se opone al compartir, señal y vehículo del amor (6,11). Es por esencia la negación del amor creador. Los que ejercen la opresión no pueden creer la verdad del amor (45). Desafío de Jesús, que muestra su seguridad (46); en él no hay injusticia, porque no busca su propio interés; perfecta coherencia entre su mensaje y su conducta (7,18). A pesar de eso, no le creen. La razón última es que no proceden de Dios, les falta la experiencia de lo que Dios es, por eso no escuchan las exigencias de Dios, que toman el puesto de los mandamientos de Moisés (3,34) y formulan el dinamismo del Espíritu-amor (47).
Contraataque (48). Faltándoles argumentos, pasan al insulto: samaritano, raza bastarda y gente heterodoxa; excomulgan a Jesús; loco o endemoniado. Del primer insulto no se defiende, porque no lo considera tal; los samaritanos han aceptado el mensaje (4,4ss). Niega el segundo; él está destruyendo la imagen falsa de Dios, mostrando su verdadero rostro (honro a mi Padre), aunque no le importa el concepto que tengan de él mismo, pues no busca su prestigio personal (50). Les expone el fruto del amor al hombre, de las exigencias de Dios. A los que lo quieren matar quiere atraerlos a la vida. La actividad a favor del hombre (Quien cumpla mi mensaje) (51), a la que lleva el Espíritu, es fuente de vida, hasta el punto de excluir toda experiencia de muerte. Ésa no existe para el que sigue a Jesús. La muerte física no interrumpe la vida ni es una experiencia de destrucción. La vida que Jesús comunica no conoce fin (3,16; 4,34; 5,21).
No responden a la invitación, continúan oponiéndose a Jesús (52). Piensan haber encontrado la prueba final de su locura. Han muerto hasta los hombres más cercanos a Dios (Abrahán y los profetas; cf. Zac 1,5). Insisten en la idea de la muerte inevitable (53). Le preguntan de nuevo por su identidad; no piensan por un momento que sea el Mesías. Jesús no pretende arrogarse títulos (54); le basta el amor/gloria del Padre que resplandece en él. Conocer a Dios (55) significa practicar la justicia y el derecho (Jr 22,15b-17; Os 4, 1-2); nunca lo han practicado. Jesús sabe que Dios es el Padre cuyo designio es comunicar vida al hombre. Se distancia de nuevo de los israelitas (Abrahán, vuestro padre) (56); no quiere particularismos; no reconoce más Padre que Dios. Se pensaba que, cuando Dios hizo la alianza con Abrahán, le había revelado el lejano futuro, que podía incluir los días del Mesías. Jesús es superior a Abrahán por ser el cumplimiento de la promesa que Dios le hizo.
Abrahán se alegró al ver este futuro; ellos se enfurecen con Jesús: no son hijos de Abrahán. No entienden la alusión mesiánica y responden con el sarcasmo (57). A los cincuenta años terminaba la vida activa. Cambian la perspectiva: no preguntan si Abrahán vio el día de Jesús/el Mesías, sino si Jesús ha visto a Abrahán. Declaración solemne (58). No se detiene en la cuestión que ellos proponen, su afirmación es más genérica y también toma pie de las opiniones del tiempo sobre el Mesías. Se afirmaba que, desde antes de la creación, Dios había concebido el proyecto de Israel, la Ley y el Mesías (cf. Sal 72,17). Jesús, el Mesías, fue siempre un determinante de la historia, pues en él había de brillar la gloria/amor de Dios (17,1) y realizarse su proyecto (1,14).
No pueden tolerar que se haga superior a Abrahán (59). Los que buscaban su muerte (7,1) se aprestan a ejecutarla (cf. Éx 17, 1-7): son hijos legítimos del asesino (8,44). Jesús vuelve a la clandestinidad (cf. 7,10.14). La gloria de Dios se aleja del templo, dejándolo vacío (Ez 10,18).
SÍNTESIS.
La experiencia de Dios como Padre, obtenida por la práctica del amor fiel, inaugura un nuevo sistema de relaciones. Ella descubre al hombre la verdad de Dios, el Padre que por amor le comunica incesantemente su propia vida; la verdad sobre sí mismo y los demás hombres, objeto del amor incondicional de Dios y llamados a ser hijos suyos, alcanzando una plenitud igual a la de Jesús. Quien no tiene experiencia de Dios como Padre, lo concibe como un Dios de poder que somete al hombre.
El sistema opresor tiene como dios el poder del dinero. Se encarna en un círculo de poder y se justifica mediante una ideología (la mentira, la tiniebla) que propone sus principios: la inviolabilidad del poder y la necesidad de la correlativa sumisión. Su acción es la opresión y la muerte para el hombre. Quien acepta esa ideología (el pecado) se hace esclavo.

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