sábado, 28 de marzo de 2009

El nuevo maná: Jesús el pan de vida.

El nuevo maná: Jesús el pan de vida. (6,22-40)
6. 22.Al día siguiente, la multitud que se había quedado al otro lado del mar se dio cuenta de que allí no había habido más que un bote y que no había entrado Jesús con sus discípulos en aquella barca, sino que sus discípulos se habían marchado solos.
23. Llegaron a Tiberíades otros botes cerca del lugar donde habían comido el pan, cuando el Señor pronunció la acción de gracias.
24. Así, al ver la gente que Jesús no estaba allí ni sus discípulos tampoco, se montaron ellos en los botes y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
25. Lo encontraron al otro lado del mar y le preguntaron:
-Maestro, ¿desde cuándo estás aquí?
26. Les contestó Jesús:
-Sí, os lo aseguro. No me buscáis por haber visto señales, sino por haber comido pan hasta saciaros.
27. Trabajad, no por el alimento que se acaba, sino por el alimento que dura dando vida definitiva, el que os va a dar el Hombre, pues a éste el Padre, Dios, lo ha marcado con su sello.
28. Le preguntaron:
-¿Qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?
29. Respondió Jesús:
-Éste es el trabajo que Dios quiere, que prestéis adhesión al que él ha enviado.
30. Le replicaron:
-y ¿qué señal realizas tú para que viéndola te creamos?, ¿qué obra haces?
31. Nuestros padres comieron el maná del desierto; así está escrito: “Les dio a comer pan del cielo”.
32. Entonces Jesús les respondió.
-Pues, sí, os lo aseguro: Nunca os dio Moisés el pan del cielo; no, es mi Padre quien os da el verdadero pan del cielo.
33. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.
34. Entonces le dijeron:
-Señor, danos siempre pan de ése.
35. Les comentó Jesús:
-Yo soy el pan de la vida. Quien se acerca a mí nunca pasará hambre y quien me presta adhesión nunca sed.
36. Pero, como os he dicho, me habéis visto en persona y, sin embargo, no creéis.
37. Todo lo que el Padre me entrega llega hasta mí, y al que se acerca a mí no lo echo fuera,
38. porque no he bajado del cielo para realizar un designio mío, sino el designio del que me envió.
39. Y éste es el designio del que me envió: que de todo lo que me ha entregado no pierda nada, sino que lo resucite el último día.
40. Porque éste es el designio de mi Padre, que todo el que reconoce al Hijo y le presta adhesión tenga vida definitiva, y lo resucite yo el último día.

EXPLICACIÓN.
22-40 Comienza la explicación del episodio de los panes. Los que habían comido acuden a Jesús, deseosos de continuar en una situación que les aseguraba el sustento sin esfuerzo propio (22,24).
Explicación de Jesús: Han sido los beneficiarios del amor de Dios, expresado a través de Jesús y los suyos, pero ellos recuerdan sólo la satisfacción del hambre; por eso buscan a Jesús (25-26). El don del pan era una invitación a la generosidad; no era solamente donación de algo (el pan), expresaba la donación de la persona. Al retener solamente el aspecto material, la satisfacción de la propia necesidad, la han vaciado de su contenido y no han respondido al amor.
Aviso (27): No basta encontrar solución a la necesidad material; hay que aspirar a la plenitud humana, y esto requiere colaboración del hombre (Trabajad). Han limitado su horizonte: el alimento que se acaba (el pan) da sólo una vida que perece; el que no se acaba (el amor), da vida definitiva. El pan ha de ser expresión del amor. Ellos ven el pan sin comprender el amor, y en Jesús ven al hombre, sin descubrir el Espíritu. Jesús, el Hombre portador del Espíritu (sellado por el Padre). Creen que Dios va a prescribir algún mandamiento u observancia; no conocen el amor gratuito (28). Lo único necesario es la adhesión a Jesús (29).
No se esperaban esto; un profeta reclama fidelidad a Dios, no adhesión a su propia persona. Comprenden que se declara Mesías y, para darle la adhesión, exigen un prodigio como los del antiguo éxodo, semejante al del maná, el llamado pan del cielo (Neh 9,15; Éx 16,15; Nm 11,7-8; Sal 78,24). Oponen los prodigios de Moisés a la falta de espectacularidad de la obra de Jesús. Exigen lo portentoso, lo que deslumbra sin comprometer, en vez de lo humano, cotidiano, profundo y de eficacia permanente.
Respuesta tajante (32-33): el maná no era pan del cielo ni dio vida definitiva; ésta la da otro pan que tiene su origen en el Padre y que no cesa de llover sobre la humanidad. El pan expresa el amor de Dios creador; el pan del cielo es una manifestación de ese amor, superior a la del pan material. Deseo ineficaz: quieren recibir el pan pasivamente, sin comprometerse al trabajo ni acabar de dar adhesión a Jesús (34). Este pan es Jesús mismo (35), don continuo del amor del Padre a la humanidad; la adhesión a él satisface toda necesidad del hombre (al contrario que la Ley, cf. Eclo 24,21; cf. Jn 4,13a-14) (35). Lo han tenido delante, pero no descubren el sentido de la acción de Jesús. Desean el pan, pero no dan el paso. Quieren recibir, pero se niegan a amar.
Explica Jesús lo dicho anteriormente usando un lenguaje diverso. El tema de este pasaje es el central en el Evangelio: Jesús, dador de vida (1,4; 3,14s; 4,14.50; 5,21.25s.40, etc). Bajado del cielo (38), el origen de Jesús, el Hombre-Dios, está en la esfera divina: la bajada del Espíritu (1,32) hizo de él la presencia del Padre entre los hombres. Identificación con el Padre e identidad de designio: comunicar vida al hombre (39). La expresión neutra todo lo que subraya la unidad que forman los que se adhieren a Jesús: no son individuos aislados, sino un cuerpo. El último día, en que termina el mundo antiguo y se inaugura el nuevo, es el día de la muerte de Jesús (cf. 7,37-39). Es entonces, con la entrega del Espíritu (19,30.34), cuando concede a los hombres la resurrección, es decir, la vida definitiva que supera la muerte (37-40).
SÍNTESIS.
La multitud se queda en el materialismo. Quiere tener cubiertas sus necesidades, pero sin esfuerzo personal. No se da cuenta del proyecto de Jesús, la creación de una sociedad alternativa compuesta de hombres libres e iguales. En esa sociedad, la abundancia será el fruto de la solidaridad de unos con otros. Prefieren renunciar a su libertad, y con ella a su crecimiento, cediendo el poder al que se preocupe de asegurarles el sustento.

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