domingo, 11 de enero de 2009

INTRODUCCIÓN

TRADUCCIÓN DE LA NUEVA BIBLIA ESPAÑOLA
INTRODUCCIÓN.
Redacción y estilo.
El Evangelio de Juan se presenta como una obra unitaria, es decir, sus partes están en función de una estructura de conjunto, la cual, a su vez, ilumina el sentido de cada una de las partes que la componen. Hay que determinar, sin embargo, si la estructura del Evangelio corresponde a una intención preferentemente histórico-narrativa o más bien a una concepción teológica.
El intento de considerar el Evangelio como una narración de carácter puramente histórico tropieza inmediatamente con dificultades insuperables; aparecen, por un lado, “saltos” en la topografía o incoherencia en la sucesión de los hechos y, por otro, omisión de datos, falta de lógica narrativa o detalles inverosímiles.
Entre los saltos topográficos resalta el orden de los capítulos 5 y 6. Jesús, que estaba en Jerusalén, en plena controversia con sus adversarios, se encuentra de pronto, sin previa transición, en Galilea, en la orilla oriental del lago, acompañado de sus discípulos (6,1).
La falta de lógica en la sucesión de los hechos se aprecia en la invitación a salir que hace Jesús a mitad del discurso de la cena (14,31), mientras él mismo continúa el discurso, sin que se indique cambio de lugar o de momento.
La omisión de datos aparece, por ejemplo, en la solemne declaración de Juan Bautista (1,29-34), donde está ausente toda mención de auditorio; paralelamente, el grito final de Jesús, cuando hace la síntesis de toda su actividad (12,44-50), resuena en el vacío, sin lugar ni público señalado.
Otras veces se echa de menos la lógica narrativa: así, en Caná, la madre de Jesús, ante la falta de vino, se dirige a él, un invitado, en vez de hacerlo al maestresala allí presente, encargado de la marcha del banquete (2,1-11).
Por otra parte, las cifras que aparecen en ciertos episodios resultan inverosímiles si se las considera como datos históricos: por ejemplo, en una casa particular hay seis tinajas de ochenta a ciento veinte litros cada una, dedicadas solamente a la purificación (2,6).
Por estos y otros muchos detalles, el texto, leído con perspectiva puramente histórica, resulta a menudo descuidado o incoherente.
De hecho, el plan que estructura el Evangelio de Juan es teológico. No es una biografía de Jesús (20,30), ni siquiera un resumen de su vida, sino una interpretación de su persona y obra hecha por una comunidad a través de su experiencia de fe. De ahí que el lector haya de interpretar los hechos que encuentra en el texto cuya historicidad no se prejuzga, ateniéndose al genero literario del Evangelio, es decir, como lenguaje teológico.
Una vez aceptado que este Evangelio pone en primer plano la interpretación teológica y que a ella se subordinan los datos históricos, sería ilógico seguir considerando como problemas las dificultades que el texto presenta desde el punto de vista histórico. La coherencia de Juan no ha de buscarse en la exactitud histórica, sino en la unidad temática, en relación con su plan teológico. Muchos de los “problemas” que plantea este Evangelio proceden solamente de un defecto de planteamiento inicial.
Para expresar y explicar la realidad de Jesús usa Juan el lenguaje de su cultura, poniéndolo al servicio de su teología. Utiliza ese lenguaje como instrumento; por ello cita libremente los antiguos textos (13,18) y, si es preciso, los cambia, omitiendo frases o combinando varios de diversa procedencia (12,15). Las citas explícitas del A T no pasan de trece en este Evangelio, pero las alusiones son muy numerosas, tanto a pasajes concretos como sobre todo, a temas teológicos.
Hay que tener en cuenta que en la literatura del AT los conceptos teológicos no se expresaban como actualmente con un lenguaje abstracto, sino con imágenes de uso corriente en la cultura, que remitían a categorías ya conocidas. También en Juan, un tema o hecho determinado se expresa o se interpreta usando categorías simbólicas cuyo origen hay que buscarlo en gran parte en los libros del AT o en los comentarios al mismo. Se encuentra así el tema nupcial para significar la alianza o la relación de Dios con su pueblo; asimismo, el desierto, el agua, el pozo, la unción, la pascua, el pastor, las ovejas, la gloria, el templo, etc., son lugares teológicos. Se usa también la tipología de personajes o acontecimientos de la historia del pueblo hebreo: Moisés, Josué, Elías, Eliseo, el éxodo, el paso del mar o del Jordán, el maná, etc. A veces se adaptan los simbolismos transmitidos.
Otro recurso común en este Evangelio son los personajes representativos. Muchos de los que aparecen no actúan simplemente como figuras históricas, sino investidos de una representación determinada. Para dar diferentes aspectos de lo representado, distintos personajes pueden encarnar un mismo papel bajo aspectos diferentes, o papeles complementarios. Por ejemplo, el caso de Natanael, figura del Israel fiel a las promesas en cuanto es objeto de renovada elección por parte de Jesús /1,48.50), y de la madre de Jesús, que representa al mismo Israel en cuanto origen de Jesús (2,1.3). La nueva humanidad está, a su vez, representada en figura masculina por el discípulo predilecto (13,23s), y, en figura femenina, por María Magdalena, en papel de esposa (19,25-27); ella constituye con Jesús la nueva pareja primordial (tema de la creación), que dará origen a la humanidad nueva.

Líneas teológicas.

Las líneas maestras de la teología de Juan son dos: el tema de la creación y el de la Pascua-alianza.
El tema de la creación se abre en el prólogo (1,1ss), domina la cronología y da una clave de interpretación de la obra de Jesús. De hecho, su obra se enmarca en un figurado “día sexto” (2,1), el de la creación del hombre, marcando el sentido y resultado de su obra: terminar esta creación. Culmina con su muerte en cruz (19,30: Queda terminado), que tiene lugar también el día sexto (12,1). El día “sexto” encierra dos períodos, el de la actividad de Jesús, “el día del Mesías” (8,56) y “la hora final”, que lo consuma y coincide con el período de la última Pascua, enlazando así los dos temas principales. La parte final del Evangelio completa el tema de la creación por situarse en “el día primero” (20,1), que indica el principio y la novedad de la creación terminada; es, al mismo tiempo, “el día octavo” (20,26), señalando su plenitud y su carácter definitivo.
El tema de la Pascua-alianza lleva en sí el del éxodo y, con él, otros temas subordinados: la presencia de la gloria en la Tienda del Encuentro o santuario (1,14; 2,19-21), el cordero (1,29; 19,36), la Ley (3,1ss), el paso del mar (6,1), el monte (6,3), el maná (6,31), el paso del Jordán (10,40). Está íntimamente relacionado con el tema del Mesías (1,17), quien, como otro Moisés, había de realizar el éxodo definitivo, y consecuentemente, con el tema de la realeza de Jesús (1,49; 6,15; 12,13s; 18,33-19,22). “El mundo” enemigo de Jesús y de los suyos (15,18ss), de donde él o el Padre sacan (15,19; 17,6), es también un elemento del tema del éxodo (la tierra de la esclavitud).
La relación entre ambas líneas teológicas puede concebirse así: El designio de Dios consiste en dar remate a la creación del hombre comunicándole el principio de vida que supera la muerte (el Espíritu), en hacer del “hombre-carne” el “hombre-espíritu” (3,6), paso que exige la opción libre (3,19). Pero al cumplimiento de este designio se opone el hecho de que el hombre está engañado y sometido por fuerzas maléficas (1,5: la tiniebla; 8,23: el mundo/orden este) y ha renunciado a la plenitud a que lo destina el proyecto creador. De ahí la necesidad de un salvador (4,42), el Mesías (1,17), que lo haga salir de la esclavitud en que se encuentra (tema del éxodo; 1,29: el pecado del mundo), dándole la capacidad de opción, y acabe en él la obra creadora (1,17; 1,33: bautizar con Espíritu Santo). La línea primaria es, pues, la realización del designio creador.

Plan del Evangelio.

La estructura del Evangelio de Juan puede resumirse así:
I. Prólogo: El designio creador (1,1-18).
II. Sección introductoria: De Juan a Jesús (1,19-51).
III. Primera parte: El día sexto. La obra del Mesías (2,1-19,42).
A. El día del Mesías (2,1-11,54).
1. Ciclo de las instituciones: “Los suyos no lo acogieron” (2,1-4,46ª).
2. Ciclo del hombre. El éxodo del Mesías (4,46b-11,54).
B. La hora final. La Pascua del Mesías (11,55-19,42).
1. Primera sección: La opción ante el Mesías (11,55-12,50).
2. Segunda sección: La cena. La nueva comunidad humana (13,1-17,26).
3. Tercera sección: Entrega, muerte y sepultura de Jesús. La manifestación de la gloria (18,1-19,42).
IV. Segunda parte: El día primero. La nueva creación (20,1-31).
V. Epílogo: La misión de la comunidad y Jesús (21,1-25).

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