sábado, 25 de abril de 2009

El mesías la luz del mundo.

El Mesías, la luz del mundo. (8,12-20)
8, 12. Jesús les habló de nuevo:
-Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no caminará en la tiniebla, tendrá la luz de la vida.
13. Los fariseos le replicaron:
-Tú haces de testigo en causa propia, tu testimonio no es válido.
14. Jesús les repuso:
-Aunque yo sea testigo en causa propia, mi testimonio es válido porque sé de dónde he venido y adónde me marcho, mientras vosotros no sabéis de dónde vengo ni adónde me marcho.
15. Vosotros dais sentencia atendiendo a lo humano, yo no doy sentencia contra nadie.
16. Pero, incluso, si la diera, esta sentencia mía sería legítima, porque no estoy solo, estamos yo y el Padre que me mandó
17. y también en vuestra Ley está escrito que el testimonio de dos es válido.
18. Soy yo el testigo en mi causa y, además, es testigo en mi causa el Padre que me envió.
19. Entonces le preguntaron ellos:
-¿Dónde está tu Padre?
Replicó Jesús:
-Ni sabéis quien soy yo ni sabéis quien es mi Padre; si supierais quién soy yo, sabríais también quién es mi Padre.
20. Estas palabras las dijo enseñando en el Tesoro, en el templo. Y nadie lo detuvo, porque aún no había llegado su hora.

EXPLICACIÓN.
8,12-20. Segunda declaración de Jesús, que alude a las ceremonias de luz de la fiesta. “Luz”, designación del Mesías, por su obra de liberación, felicidad, alegría; también de Jerusalén, la Ley y el templo. Yo soy la luz del mundo significa que es el Mesías y que toma el puesto de la Ley; es, al mismo tiempo, el resplandor de la vida (1,4) para toda la humanidad (Is 42,6s; 49,6.9). En la primera declaración (7,37-39) Jesús se presentaba como la fuente del agua/Espíritu; en ésta se define como el guía que permite salir (éxodo) de la opresión de la tiniebla/muerte, concretada en la ideología y explotación propuesta y ejercida por el templo. El que me sigue, decisión personal y orientación de la vida (12).
Los fariseos (13), que lo consideran un impostor (7,47) y han querido detenerlo (7,32.45), quieren descalificar la afirmación de Jesús. Siendo los defensores de la Ley, no pueden tolerar que Jesús se arrogue títulos que lo pongan por encima de ella. Mi testimonio es válido (14), situación diferente de 5,31, donde se trataba de terreno jurídico; aquí, la declaración de Jesús se basa en su experiencia personal (sé de donde he venido, etc.) de su origen y de su propósito de entrega. Ellos están totalmente incapacitados para entenderlo, porque son ajenos al Espíritu de Dios (3,8).
Los que no perciben el Espíritu juzgan a Jesús según la mera realidad humana (15). Partiendo de este concepto incompleto del hombre, el Mesías que esperan es el restaurador de las glorias de Israel y el realizador de su victoria sobre los demás pueblos. La afirmación de Jesús no ha sido polémica (yo no doy sentencia contra nadie) (16-17); no excluye a nadie de su invitación a seguirlo. Sería legítima (Dt 17,6; Nm 35,30) por estar apoyado por el Padre (5,36s); ellos mismos se excluyen y se dan su sentencia (3,19). Resume Jesús los dos aspectos de la cuestión: para declararse Mesías basta su propio testimonio (soy yo el testigo en mi causa), pero si ellos ven en ello una sentencia de exclusión, también ésta es válida (además, es testigo… el Padre).
Pregunta irónica; escepticismo total; no hay diálogo, sino hostilidad (19). Jesús descubre el origen de ésta: quien no sabe quién es él, que actúa a favor de los oprimidos, no sabe quién es el Padre, que es Dios a favor del hombre. Los opresores en nombre de la Ley no reconocen a Dios como Padre.
Última mención de la enseñanza de Jesús (20). Jn yuxtapone la mención del Tesoro a la discusión con los fariseos. El templo es un mercado (2,16); el Tesoro guarda los frutos de la explotación del pueblo (cf. Neh 10,33-40). El dios del templo ya no es el Padre, sino el dinero, que ha ocupado su puesto. Jesús dará su vida voluntariamente (aún no había llegado su hora).

SÍNTESIS
La humanidad entera está sometida a un sistema de poder cuyo fundamento es el dinero, que toma el puesto de Dios. Jesús crea una alternativa e invita a la humanidad entera a salir de ese sistema opresor. Apela a la libertad del hombre, para que salga voluntariamente de la opresión. Seguir a Jesús en su éxodo da la experiencia de la vida. Quién desprecia al hombre (7,49) no puede comprender ni aceptar a Jesús.

viernes, 10 de abril de 2009

El tiempo de la salvación. Invitación y urgencia.

El tiempo de la salvación: Invitación y urgencia. (7,32-52)
7, 32. Oyeron los fariseos estos cuchicheos de la gente; entonces, los sumos sacerdotes y los fariseos mandaron guardias a prenderlo.
33. Entonces dijo Jesús:
-Todavía voy a estar un poco de tiempo entre vosotros y luego me marcho con el que me envió.
34. Me buscaréis, pero no me encontraréis: y es que donde yo estoy, vosotros no sois capaces de venir.
35. Comentaron entre ellos los dirigentes judíos:
-¿Adónde querrá irse éste, para que nosotros no podamos encontrarlo? ¿Querrá irse con los emigrados en países griegos para enseñar a los griegos?
36. ¿Qué significa eso que ha dicho: “Me buscaréis, pero no me encontraréis” y “Donde yo estoy, vosotros no sois capaces de venir”?
37. El último día, el más solemne de las fiestas, Jesús puesto de pie, gritó:
-Si alguno tiene sed, que se acerque a mí, y que beba
38. quien me da su adhesión. Como dice aquel pasaje: “De su entraña manarán ríos de agua viva”.
39. Esto lo dijo refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que le dieran su adhesión (aún no había espíritu, porque la gloria de Jesús aún no se había manifestado).
40. Al oír estas palabras, algunos de la multitud decían:
-Ciertamente éste es el Profeta.
41. Decían otros:
-Éste es el Mesías.
Pero aquellos replicaban:
-¿Es que el Mesías va a venir de Galilea?
42. ¿No dice aquel pasaje que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?
43. Se produjo división entre la gente a propósito de él.
44. Algunos de ellos querían prenderlo, pero nadie le puso las manos encima.
45. Volvieron entonces los guardias adonde estaban los sumos sacerdotes y fariseos, y éstos le preguntaron:
-¿Se puede saber por qué no lo habéis traído?
46. Replicaron los guardias:
-Nunca hombre alguno ha hablado así.
47. Les replicaron los fariseos:
-¿Es que también vosotros os habéis dejado engañar?
48. ¿Es que alguno de los jefes le ha dado su adhesión o alguno de los fariseos?
49. En cambio, esa plebe que no conoce la Ley está maldita.
50. Los interpeló Nicodemo, el que había ido a verlo al principio, y que era uno de ellos:
51. -¿Es que nuestra Ley condena a un hombre sin antes escucharlo y averiguar lo que hace?
52. Le replicaron:
-¿Es que también tú eres de Galilea? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas.

EXPLICACIÓN.

32-52. Reacción de los fariseos a los comentarios favorables de la gente; la aceptación de Jesús como Mesías los alarma, pues derribaría el sistema legal en que ellos se apoyan. Para eliminar a Jesús, se alían los adversarios (sumos sacerdotes y fariseos). Pasan a la acción; pretenden detener a Jesús. El templo es recinto de muerte (32).
Jesús da a todos un aviso, subrayando la urgencia de responder a su ofrecimiento (33); alude a Prov 1,27s, donde se predice la cercanía de la ruina (34). El lugar donde él está es la esfera del Padre; para estar en ella hay que dar un paso que sus oyentes no quieren dar: romper con el sistema injusto y dar la adhesión a su persona y alternativa. Comentario desorientado de sus adversarios (35-36): creen que se ha convencido den que en su patria no tiene porvenir. Repiten frases de Jesús sin entenderlas. No tienen conciencia de lo crítico de la situación.
El mismo día, cuya datación se coloca aquí por motivos teológicos (37-38), Jesús, nueva Sabiduría (Prov 1,21), grita ofreciendo el agua del Espíritu (cf. Is 32,15-18; 44,3-5) que toma el lugar de la antigua Ley. El grito está en relación con los ritos de agua que se celebraban en la fiesta (cf Neh 3,15) y con los textos leídos en ella (Ez 47,1-12; Sal 78,15; Zac 13,1-14-8). Él es la roca de donde fluyen los ríos de agua viva; es el nuevo Moisés que proclama la Ley nueva, el Espíritu, fundamento de la nueva alianza; él es el templo profetizado por Ezequiel, del que saldrá el agua vivificante, y la fuente anunciada por Zacarías, que correrá de mar a mar. Invita así a adherirse a él como Mesías, que, con su éxodo funda la nueva comunidad humana, única esperanza de salvación para Israel.
Invitando a beber, promete calmar la sed del hombre (cf Is 55,1). La condición es sentirla; los instalados no se acercan. Anticipa lo que ha de suceder en el momento de su muerte (el último día), cuando manifestará su gloria/amor. Refiriéndose al Espíritu, el que habita en Jesús (1,32), que es la gloria, el amor leal del Padre (1,14); espíritu, el hombre nuevo, que ha recibido el Espíritu de Jesús (cf. 3,6: del Espíritu nace espíritu). Aún no hay hombres nuevos, porque no se ha dado el Espíritu.
División de opiniones en el pueblo (40-41a); dos son positivas, pero un grupo niega el mesianismo de Jesús, basándose en el pretendido origen y lugar de nacimiento. El evangelista no decide; para él, lo único importante es la misión divina (41b-43). Tercer grupo, hostil a Jesús (44).
La vuelta de los guardias con las manos vacías (45) provoca la indignación de los fariseos. Impresión de los guardias (46) y exasperación de los fariseos (47); tachan a Jesús de impostor (engañar); según ellos, la opinión oficial es normativa para todos; los individuos no tienen derecho a formarse un juicio (cf. 7,13.26). Desprecio del pueblo, maldito, porque no conoce la Ley y no puede practicarla; sólo quienes estudian pueden estar a bien con Dios; religión de élite. Confunden el conocimiento de la Ley con el conocimiento de Dios (49). Nicodemo, fariseo (3,1), apoyándose en la Ley, exige un juicio justo (Dt 1,16-17) (50-51); son las obras (lo que hace), no los prejuicios, las que han de decidir. No se da cuenta de que los fariseos han hecho de la Ley un instrumento de injusticia (cf. 19,7). Invectiva a Nicodemo (52): No responden a la cuestión que ha planteado, no atienden a razones; quieren insultar a Nicodemo (galileo, como Jesús); lo tachan de ignorante (Estudia) (para un profeta de Galilea, cf. 2 Re 14,25). Están obnubilados por su aversión a Jesús. Ni consideran la posibilidad de que sea el Mesías (un profeta).
SÍNTESIS.
Ante la ruina que amenaza, por la situación de injusticia y opresión existente, Jesús propone su alternativa: la nueva comunidad humana. El único principio para construirla es el amor leal. Para ello hace falta un hombre nuevo, el que ha sido completado con la capacidad de amar hasta el fin.
Jesús se ha presentado como la Sabiduría. Pero lo que él comunica no es un saber teórico, sino el Espíritu, vida y fuerza de amor. El conocimiento que da el amor saca de la ambigüedad a toda sabiduría, impidiéndole convertirse en culto de sí mismo y en instrumento de opresión. La única respuesta de los dirigentes es la violencia.
Nota crítica.- La perícopa 7,53-8,11, que contiene el episodio de la adúltera, aunque ciertamente conserva un relato muy primitivo, no pertenece al Evangelio de Juan. No se encuentra en los mejores testigos del texto, en los codd. que la contienen no ocupa siempre el mismo lugar, el vocabulario que en ella aparece no corresponde al de Jn, y ningún Padre griego la comenta. Un documento la atribuye al Evangelio de Lucas. Por esta razón se pondrá al final del Evangelio.

I. ENSEÑANZA AL PUEBLO. El origen del Mesías.

I. ENSEÑANZA AL PUEBLO. (7,11-8,20)
El origen del Mesías. (7,11-31)
7. 11. Los dirigentes judíos lo buscaban durante las fiestas y decían:
-¿Dónde estará ése?
12. La gente hablaba mucho de él, cuchicheando. Unos decían:
-Es una persona buena.
Otros, en cambio:
-No, que extravía a la gente.
13. Pero nadie hablaba de él en público por miedo a los dirigentes.
14. Sin embargo, mediadas ya las fiestas, subió Jesús al templo y se puso a enseñar.
15. Los dirigentes judíos se preguntaban desconcertados:
-¿Cómo sabe ése de Escritura si no ha estudiado?
16. Les replicó Jesús:
-Mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado.
17. El que quiera realizar el designio de Dios apreciará si esta doctrina es de Dios o si yo hablo por mi cuenta.
18. Quien habla por su cuenta busca su propia gloria; en cambio, quien busca la gloria del que lo ha enviado, ése es de fiar y en él no hay injusticia.
19. ¿No fue Moisés quien os dejó la Ley? Y, sin embargo, ninguno de vosotros cumple esa Ley. ¿Por qué tratáis de matarme?
20. La gente reaccionó:
-Estás loco, ¿quién trata de matarte?
21. Les replicó Jesús:
-Una obra realicé y todos seguís desconcertados.
22. Por eso mismo os prescribió Moisés la circuncisión (no es que venga de Moisés, viene de los Patriarcas) y en día de precepto circuncidáis al hombre.
23. Si se circuncida al hombre en día de precepto para no quebrantar la Ley de Moisés, ¿os indignáis conmigo porque en día de precepto le di la salud a un hombre entero?
24. No juzguéis superficialmente, dad la sentencia justa.
25. Unos vecinos de Jerusalén comentaban:
-¿No es éste al que tratan de matar?
26. Pues miradlo, habla públicamente y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que es éste el Mesías?
27. Pero éste sabemos de donde procede, mientras, cuando llegue el Mesías, nadie sabrá de dónde procede.
28. Gritó entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo:
-¿Con que sabéis quien soy y sabéis de dónde procedo? Y, sin embargo, no he venido por decisión propia sino que hay realmente uno que me ha enviado, aunque vosotros no sabéis quién es.
29. Yo si sé quién es, porque procedo de él y él me ha enviado.
30. Intentaron entonces prenderlo, pero nadie le puso la mano encima, porque todavía no había llegado su hora.
31. Entre la multitud, sin embargo, muchos le dieron su adhesión, y decían:
-Cuando venga el Mesías, ¿va a realizar más señales de las que éste ha realizado?

EXPLICACIÓN.
11-31. Expectativa acerca de la persona de Jesús; los dirigentes no están tranquilos (11) y hacen pesquisas para apoderarse de él si se presenta en la capital (7,1). División de opiniones en el pueblo (12), unos están por Jesús, apreciando la bondad que reflejan sus obras; otros están con los dirigentes; extravía a la gente, dudan de su ortodoxia. Miedo del pueblo a las autoridades (13); presión de los dirigentes sobre la opinión pública.
Jesús ha pasado unos días en Jerusalén, pero no ha ido al templo (mediadas las fiestas) (14). Ahora va, no para los cultos de la fiesta sino para enseñar. El perseguido por su actuación con el pueblo (5,16-18) enseña por primera vez en Jerusalén en un ambiente de hostilidad. Sorpresa de los dirigentes (15); la enseñanza en el templo, centro de la enseñanza oficial, es un reto a la institución. Jesús toma la ofensiva (16). Delante de la multitud, los informa de dónde procede su saber (del que me ha enviado). Es el tercer choque de Jesús con los círculos de poder de la capital (2,13ss; 5,16ss).
El criterio para juzgar la validez de su doctrina está en el hombre mismo (17): quien desea la plenitud humana (realizar el designio de Dios) percibe que la doctrina de Jesús, que es libertad y vida, procede de Dios. Otro criterio, esta vez negativo: la búsqueda del propio prestigio delata que la doctrina que se propone no procede de Dios; al contrario, manipula a Dios en beneficio del propio interés (18).
Invectiva contra los dirigentes, echándoles en cara su interpretación superficial de la Ley, en nombre de la cual quieren condenarlo. Jesús subraya su distancia respecto a la tradición judía (os dejó) (19). Ellos no cumplen la Ley, porque la usan como medio de represión; así aparece en el propósito de matarlo, amparándose en ella. La multitud interrumpe (20); no pueden creer la grave acusación que hace Jesús. Ellos conocen a Jesús y no ven motivo para condenarlo; no conocen, sin embargo, a sus dirigentes. La hostilidad se debe a la curación del inválido (21), figura de la emancipación del pueblo, que derriba la autoridad de los dirigentes (5,16-18). La osadía de Jesús al poner en tela de juicio el dogma indiscutible, la validez perenne de la Ley, tiene a todos desconcertados. No penetran el verdadero significado de la Ley (22-23): Moisés prescribió la circuncisión, que, por venir de Abrahán, era anterior a la Ley y prevalecía sobre ella, por considerarla un bien para el hombre; cuánto más el bien total, hacer pasar de la muerte a la vida, de la esclavitud a la libertad, debe prevalecer sobre el precepto. Advertencia y acusación (dad la sentencia justa) (24).
Extrañeza de los vecinos de Jerusalén ante la pasividad de las autoridades (25-26). Desechan la posibilidad de que Jesús sea el Mesías (27), pues éste, siendo de la casa de David, nacería en Belén, pero aparecería por sorpresa y nadie lo conocería antes de su manifestación triunfante. Reacción enérgica de Jesús (28): El grito recuerda el de la Sabiduría (Prov 1,21s); Jn presenta a Jesús como la Sabiduría que enseña. El verdadero Mesías no ha de ser reconocido por su lugar de procedencia, como ellos piensan; su autenticidad depende solamente de que sea enviado por Dios (no he venido por decisión propia), como lo ha demostrado Jesús con sus obras (5,36). Si ellos no lo reconocen es por haber subordinado el plan y la acción de Dios a sus propios prejuicios. Ellos no conocen a Dios, se lo impide la ideología religiosa (2,6; 5,38); Jesús lo conoce (29), y ése es el fundamento de su misión y actividad (6,57).
Doble reacción: Jesús ha invalidado el modo corriente de concebir al Mesías y ha acusado a los que lo profesan de no conocer a Dios. Una parte de los oyentes no toleran que sus convicciones sean puestas en tela de juicio (30); quieren por Mesías al triunfador de aparición misteriosa y victoria inmediata. Jesús dará su vida voluntariamente (aún no había llegado su hora). Muchos, sin embargo, le dan su adhesión (31), fijándose en los hechos y superando los prejuicios; si del Mesías se esperaba una liberación, Jesús ha mostrado ser el liberador del pueblo oprimido. Como al principio (7,12), la multitud está dividida.
SÍNTESIS.
El dominio de los dirigentes impide al pueblo expresar sus opiniones. En medio de esa falta de libertad se alza la voz de Jesús, que enseña desafiando a la institución.
Criterios para distinguir si una doctrina procede de Dios: 1) Si responde al deseo de plenitud de vida que Dios mismo ha puesto en el hombre, procede de Dios; si una doctrina impide de algún modo la realización del hombre, no puede autorizarse con el nombre de Dios. 2) Quien propone una doctrina que redunda en su propio prestigio o gloria, no habla en nombre de Dios, pues no está de hecho a favor del hombre; llegado el momento, sacrificará el bien del hombre a sus propios intereses. Sólo es de fiar quien, olvidando su propio interés, pone el bien del hombre como valor supremo y actúa en consecuencia.